CAPITULO 1 Cuidado con lo que deseas

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El incesante calor de Julio se hacia presente, la temperatura era cada vez mas alta conforme iban pasando los dias, y aunque yo siempre habia sido de la clase de personas que prefiere, las lluvias, el frio y su invierno, esta vez, nada de eso importaba, mi mayor felicidad era sentir que estaba de nuevo en casa.

Haber visto a mi hermana aquel dia, habia significado volver a sonreir; y sí, quizas en el interior, en lo mas profundo existía el miedo, y la incertidumbre, pero aquella parte que, de alguna manera se rehusaba a darse completamente por vencido, sonreía tratando de convencerse a si misma de que quizas, algo bueno podia suceder.

-Jordan, mañana Sábado es la marcha del orgullo, Jocelyn y yo, iremos, ¿quieres venir?

-claro, nunca he ido a ninguna, me encantaria.

-De acuerdo, yo pasaré la noche en casa de ella y te veremos allá, ¿esta bien?

-si.

-te dejare mi llave para que puedas cerrar la casa, no olvides llevar las banderas.

- si descuida.- despues de escucharme, se despidió con una sonrisa y se fue.

Vivir con Siria era bueno, ella, su madre y su hermano me trataban como si fuera parte de su familia, no podia pedir más. Era lo mejor que me habia sucedido en mucho tiempo, aquello me hacia sentir feliz y tener paz.

Aun asi, debo confesar que a veces, cuando me encontraba completamente sola en casa como aquella tarde, cruzaban ideas negativas por mi mente, como unos dias antes... cuando Siria y todos mis amigos celebraban su dia de graduación de la preparatoria, y yo, aunque era feliz por ellos, no podia dejar de sentirme miserable por no haber podido concluir, me sentia devastada, fracasada, sentia que ya nada tenia sentido, y es que no solamente era eso, era la pesada carga que ya venia arrastrando desde meses antes...

Recuerdo como entre lagrimas y desesperación la volvi a llamar aquel dia...

-Beck... estoy mal, por favor habla conmigo.

-¿que quieres Jordan?

-ya no puedo, quisiera... terminar con todo de una vez...

-Jordan consigue un psicólogo...

-tú lo eres, por favor solo escuchame...

-no lo haré, si vas a suicidarte solo hazlo.

Ella tenía razón, no era la indicada para ayudarme, pero en definitiva, aquella sentencia me dolia más que la navaja saboreando mi sangre.

Por desgracia o por fortuna, aquel liquido caliente que brotaba de mi brazo, con su color escarlata tan brillante, hizo que recordara mi última promesa...

Y asi, cada dia era una intensa lucha en mi interior.

Los monstruos eran cada vez más grandes, luchaba contra gigantes, y dolía, las heridas eran cada vez mas profundas, las cicatrices se rehusaban a sanar, el interior ya infectado contaminaba el aire que poco a poco terminaba con el oxígeno haciéndolo, irrespirable.

Era un lobo solitario que aullaba para si mismo, pero que se habia cansado de huir, cansado de las noches largas y frias, cansado de sentirse tan solo un perro callejero.
Y suspiraba, como si la paz de un último aliento pudiera crear la dicha con tan solo decir... falta muy poco...

...

Sabia lo peligroso que era quedarme completamente sola en casa, asi que, en vez de quedarme encerrada, decidi salir a caminar.

Camine tanto, que llegue a la carretera estatal que estaba cerca, desde donde se podia contemplar el majestuoso e impetuoso mar.

Las olas incesantes brillaban con el reflejo del sol, y aunque no podia dejar descansar mi cuerpo sobre la arena, sentir la brisa del mar, aun a esa distancia, ya me hacia sentir mucha paz.

Mi mente saboreaba lo agradecida que estaba por todas las cosas buenas, fantaseaba sobre el futuro, y aun cuando no sabia su destino, anhelaba un nuevo amor, de esos que duran para toda la vida, de esos que te roban el aliento y se adueñan de tu alma.

No se cuántas horas me quede ahí, pero fueron las suficientes cómo para poder disfrutar de la puesta del sol.

En aquel último suspiro, mi corazón anheló, sin imaginarse que un susurro nada insistente le acechaba diciendo... ten cuidado con lo que deseas...

En las Profundidades Del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora