-Me llamo Kurt.- sonrió el adolecente, presentándose.
-Yo Blaine.-exclamó perdiéndose en los bellísimos orbes verdes del chico que acababa de conocer, y se sintió extraño, ya que nunca pensó que algún chico pudiera llamar su atención de la forma en la que lo hacía el rizado.-Me gusta tu camiseta, ¿también te gusta Nirvana?
-Amo como Cobain expresa sus sentimientos en su forma de cantar, como transmite lo que siente, y lo que le pasa con solo cantar algunas estrofas.- se sonrojó al darse cuenta de la manera tan profunda que expreso su opinión. Pero a su reciente acompañante no le importó en lo absoluto, hasta le pareció bonita la forma en la que sus mejillas se tornaron de un color carmesí.
-Exacto.- asintió Blaine.- Oye, conozco una tienda de discos cerca de por aquí, ¿te gustaría acompañarme?- aunque en realidad, la tienda quedaba un poco lejos, pero quería una excusa para pasar más tiempo con él.
-Claro.- sonrío Kurt, él normalmente solía evitar a las personas, lo cual era bastante extraño que se acercara a entablar una conversacion con con un total desconocido, o aun peor, que aceptara su invitacion hacia un destino que el desconocia. Pero Blaine lograba transmitirle seguridad, además de que tenía la sensación de conocerlo de alguna parte, esos ojos azules... debió de haberlos visto antes.
Ambos se dispusieron a caminar hacia donde el más bajo indicaba, mientras platicaban, como si se conocieran de toda la vida.
Lo que ellos no sabían, es que si se conocían, pero fue hace mucho, mucho tiempo atrás. En otra vida, para ser exactos. Pero no como Blaine y Kurt. Sino como Louis y Harry.