El doctor me tranquilizó, solo un poco. El hecho de que se pareciese mucho a Zack me daba paz. Por ahora. No se si estaba alucinando, o mi obsesión por él era demasiado grande que hacía que lo viese en cada momento.
Antes de irse, tocó unas de las paredes y se abrió una enorme ventana que daba una especie de jardín. Era de noche. Había una hermosa luna llena y las estrellas llenaban el hermosos cielo con su singular brillo. Me hizo sentir débil, diminuta, inservible; allá afuera hay un universo inalcanzable, nosotros somos como sus células. Es así como algunas funcionan perfectamente y otras no. Yo era el cáncer, una célula defectuosa del bellísimo universo, que no debía estar aquí.
Debo irme.
Traté de buscar alguna puerta en aquella extraña habitación, pero fue imposible. Solo se abre de afuera. Un dolor inexplicable colmó mi interior, ¿ira, enojo, miedo? No. Arrepentimiento.
Si no hubiese hecho nada, yo no estaría aquí, Zack no me odiaría, pensé.
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Reencuentro
Short StoryUna persona, si el amor es verdadero, puede llegar a hacer lo que sea. Hasta morir.