Mi razón de existir son tres cosas, las fresas, el helado y... Mía.
mía y yo somos mejores amigas desde que tengo memoria, ella siempre me acompaño en las buenas y malas, pero al principio ambas nos odiábamos.
Hace 5 años:
En una mañana bastante hermosa, estaba yo ordenando mis crayolas, pues ese día los tenía que usar, las misma profesora lo dijo. Así que una noche antes estaba ahí yo ordenando cada material que iba a llevar al día siguiente. Me considera una persona muy meticulosa, es por eso que no me gusta que otras personas usen sin mi permiso mis cosas.
-Ay! que bonitas- escuché una voz muy chillona a mi lado, mientras mis ojos observaban como me arrebatan esas preciadas crayolas.
-Suéltalas! no son tuyas- dije con una leve molestia, por que tampoco quería hacer sentir mal a esa niña.
-Perdón es que son muy coloridas- dijo mientras mis ojos se conectaban con las de ella.
Eran de color miel, su cara estaba llena de pequeñas pecas y su peinado consistía en dos trenzas, nariz pequeñas, y una boca en forma de corazón. Por un momento me quede hipnotizada mirándola.
-Bien clase, el día de hoy haremos uso de las crayolas, para ello necesito que vayamos a la sala de recreación- era la maestra, acababa de entrar, pero ninguna de las dos apartaba la mirada de la otra.
Apenas tenía 10 años y nunca había sentido la necesidad de estar con alguien, por que ahora me pasaba esto a mi, de pronto me salí de la misma burbuja que cree yo misma, a apartando la mirada con el leve sonrojo.
-Losiento mucho- dije agarrando mis cosas torpemente.
-No te disculpes, mi nombre es Mía y el tuyo- dijo con una leve sonrisa, mientras sus grandes ojos se volvían media luna.
-Lucí...
-Es un gusto conocerte, ¿por que antes no habíamos hablado? jeje, en fin vamos juntas- dijo encaminándose a su asiento y sacando su cuaderno y unas pequeñas crayolas- se que nos conocemos hace unos minutos, pero espero que seamos amigas.
-Eso también espero.
Presente:
Mía era una chica muy extraña y eso me encantaba de ella por que los temas de conversación eran infinitos y así nunca te aburrias de tenerla de compañía, también poseía un gran corazón, teniendo la necesidad de ayudar a los demás, era alguien ingenua y infantil y amaba las estrellas como a los perros.
Y luego estaba yo que era todo lo contrario, pues yo era alguien de pocas palabras amante de las fresas y los gatos.
Siempre lo diré, pero nuestra amistad nunca hubiera querido que existiera, pero por su gran insistencia de ella y mis pocas ganas de contradecirle, terminé aceptando.
"a mi nunca me gustó que me quitaran mis cosas sin mi permiso pero... por que viniste tu y me quitaste mi corazon sin que yo te lo pidiera para que solamente tu te lo puedas quedar".
este fue el primer capitulito, espero que les haya gustado.
Nos vemos
bye
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helado de fresa
Romancesaber que alguien te gusta, puede ser maravilloso. pero en este caso será doloroso