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"Llevaste a la niña a ese sitio. Sabes como es ella, ¿y aún así decidiste castigarla de esa  manera?" la mujer dijo con voz imponente y seria a su marido.

"Claire, no me contradigas, mucho menos me desautorices." dijo el señor cansado de la misma conversación. Le daba la espalda a su esposa quién estaba sentada en la orilla de la cama sin despegar un ojo de él mientras el señor se servía un trago de whisky. "Además, ella debe aprender a hacer las cosas bien, ahora desde afuera, que se entere bien de lo que está pasando a su alrededor."

"John. No quiero que pienses que te estoy desautorizando... para nada, yo solo estoy preocupada por mi hija." el hombre se voltea para mirarla. La mujer se pone de pie y va con él para suavizar la situación. "Amor, sé que estás enojado, pero ella lo entendió. Sabes lo terca que puede llegar a ser, se parece a ti." Claire, acaricia los hombros de su robusto esposo y apoya su cabeza de él en un cálido abrazo.

El padre ríe suavemente y le acaricia el cabello a su mujer. "Tienes razón. Quizás no fue para tanto, pero de igual manera quiero que aprenda a ser fuerte y autosuficiente. ¿Y qué mejor manera para ello?" La conversación entre la pareja fluye más calmada ahora.

Por otro lado, horas y días de entrenamiento tenían en un agotamiento físico y mental a la señorita. La resistencia era casi nula, pero de todos modos la chica no tenía pensado desistir.

Si habían recados, ella los hacía, si tenía que acompañar a sus superiores, ella lo hacía. Todo para demostrar que no era débil ante su padre.

Ahora, ella estaba en una de sus tareas. Antes de ir al entrenamiento con los sargentos de mayor rango.

"Oye, Nieves." El chico, quien se había vuelto  la única compañía para ella, se asoma en la puerta.

"¿Qué necesitas, García?" Dijo ella aún de espaldas a la puerta donde estaba parado.

"¿Aún no terminas? Haz estado por horas en este cobertizo, me preocupé y quise venir a ver si estabas bien." manifestó García mientras entraba. "¿Necesitas ayuda?"

Ella, al escuchar los pasos de su compañero se dió la vuelta. "No, aún no termino. Estoy bien, y no necesito ayuda." Dice para luego organizar el equipamiento de su superior como le habían ordenado.

"Oh, bien. Parece que alguien no está de humor." dijo García con un tono algo burlesco. El chico, acarició la cabeza de Nieves despeinándola un poco adrede.

"Agh! ¡Para! Deja de fastidiar. ¿No ves que estoy ocupada?" ella frunce el entrecejo y lo mira desde su altura, apartando la mano de él de su cabeza. Ella vuelve a darse vuelta para seguir en su trabajo.

"Cuándo dejarás de ser tan odiosa. Solo quiero ayudarte. No tengo nada qué hacer." dice él ahora apoyándose de espaldas en la mesa del superior.

"¡No te apoyes ahí! Acabo de organizar. Oh Dios, si no te vas el teniente Mactavish se va a enfadar conmigo..." ella se expresaba preocupada y alejaba al recluta García de las cosas de Mactavish.

"Okay, okay. Me iré, pero no porque tu quieras. Sino porque Riley ya me llama." El dijo con un aire a superioridad.

"Ay ajá mentiroso. Tu radio ni ha sonado."
Dijo con un tono de burla hacia García. "Te crees muy importante porque te tocó con ese tal Riley... pero, apuesto a que él se arrepiente de haberte elegido para entrenarte." ríe Nieves.

"Mi radio no sonó, tienes razón. Pero siento su presencia, sé que me necesita." Mantiene su gesto.

El chico se dirige a abrir, mientras aún se encontraba de espaldas a la puerta. Al abrirla, una figura robusta e intimidante se figuró ante ellos, dejando sin palabras y atónita a Nieves. "Hmm... García..." murmuró la chica.

"¿sí, Nieves? Oh, estás más pálida... ¿A donde se fueron tus mejillas rosas? Pareces como si haz visto un fantasma." dice con el mismo tono burlón.

La chica hace una mueca de preocupación aunque intenta no hablar. Solo se limita a señalar por encima del hombro del recluta García. El chico frunce el ceño y de inmediato se da vuelta, mirando la esbelta figura de Simon Riley, quien se encontraba erguido y sin expresiones debido a su máscara.

"¡Señor! Sí, señor. ¡Volveré al trabajo, señor!" dijo firmemente, recuperando la postura de un soldado apropiadamente y de manera repentina al soldado que no había dicho nada por el momento.

Una ola de nervios recorrió el cuerpo de la chica, al pensar que estaba metida en problemas ante los ojos del teniente Riley. El chico se fue antes que el hombre se lo ordenara. Dejando nuevamente sola a Nieves, pero aún con la mirada penetrante de aquel teniente de mayor rango.

El hombre miró a aquella chica unos segundos más antes de cerrar la puerta y posteriormente irse del cobertizo. En la cabeza del teniente Riley, tenía una percepción muy distinta de la nueva recluta.

Al encontrar a ambos subordinados dentro de ese cobertizo, un sin número de ideas morbosas le inundó el pensamiento. Sin  embargo, cualquiera pensaría que esto sería reprochado para García o para ella. A pesar de que el teniente era reservado con su identidad y vida privada, a este hombre le gustaban los riesgos.

Riley, quedó embobado con la delicada belleza de la subordinada justo en el momento en que la vió. No estaba enamorado, pero vió ese temor en sus ojos que lo hizo enloquecer. El hombre quería más, quería sentir esa tensión otra vez.

Si bien, todo esto permanecía dentro de él, y quizás solo es un pensamiento vago de su mente de soldado soltero. La chica, por otro lado, suspiró profundamente cuando el teniente cerró la puerta delante de ella, pero esto no la detuvo de continuar su trabajo.

"¿Todo en orden?"

"Sí. Señor."

"¿Terminaste tus tareas?" cuestionó mientras aún seguía de espaldas a él.

"Sí. Señor. Todo listo."

"¿Y esto qué es?" coloca pasivamente un rifle de asalto sobre la mesa.

"Honey Badger, señor. ¿Qué ocurré? ¿hay algún proble..." El hombre golpea la mesa y de inmediato García se calla la boca.

"Yo hago las preguntas aquí. Silencio." el hombre lo miró. "Entonces si ya terminaste todo, ¿por qué esta Honey Badger, sigue sucia?"

"Oh, señor. Eso es por que usted la tenía mientras yo hacía las tareas." el chico sonrió inocentemente.

"Entonces, no ha terminado. Y ya estabas casi follando con tu noviecita en el trabajo."

El chico se ruborizó en cuestión de segundos y negó rápidamente con la cabeza. "¡No! No, señor, no es lo que cree... Nieves, digo, ella no es mi novia."

"¿Nieves? Sabes qué, olvídalo. Entonces te la ibas a follar sin ser tu novia. Excelente, recluta." el hombre ríe con esa voz grave y siniestra. "No digas tonterías. Ponte a trabajar, y quiero que le des diez vueltas trotando a la base al terminar."

"¿Diez?!" el chico dice sorprendido.

"Veinte." contestó el hombre.

"¿Qué?! Eso es una locura, terminaré en la madrugada."

"Treinta."

"Per..."

"Treinta y cinco."

"Sí. Señor." dijo el chico.

"Muy bien. Te estaré vigilando. Ahora termina." El hombre salió del cuarto donde estaban.

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⏰ Última actualización: Nov 04, 2023 ⏰

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