Capítulo 3

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—Ey ¿Qué estás haciendo?, parpadea —dijo Jack, chasqueando los dedos frente a mi cara para que reaccionara.

Justo al lado del carrusel, estaba una de las varias montañas rusas del parque, esta suponía ser un tobogán gigante (y extremadamente alto) de Laffy Taffy. Había estado siguiendo el carrito con la mirada, viendo como subía lentamente por la empinada subida, justo antes de que llegara a la punta y se dejara vencer por la gravedad.

—Ay, solamente estaba viendo el carro —anuncié, mirándolo a los ojos color negro.

—Tu cerebro se fué por un viaje por el espacio exterior seguramente.

—Ha ha, que chistoso —respondí y le dí un codazo suave en las costillas, sonriendo —. Oye Jack, te iba a preguntar, ¿Sabes dónde puede haber un desarmador?

—¿Qué le hiciste al carrito? —inquirió.

—No nada, solo que ayer que me recargué en la sombrilla me di cuenta de que se estaba aflojando uno de los tormillos.

—Seguro Jeremy ha de tener uno en el carrusel.

Oh no. Abrí los ojos como platos de golpe. El calor comenzó a subir lenta y torturosamente por mi cara.

—Ah, no te preocupes —dije tratando de menospreciar la situación lo suficiente para no tener que ir por el desarmador—. Puedo ir por el al rato, cuando termine mi turno.

—Pero es mejor que lo pidas ahorita, así yo te puedo ayudar, mira. ¡JEREMY! —gritó poniendo las manos al rededor de su boca.

—¡No! —solté en un murmullo casi imperceptible.

Jeremy escuchó el grito a la primera, volteó y nos saludó desde lejos con la mano. Jack comenzó a hacerle gestos para que se acercara. Me llegó un vago pensamiento de que no había manera de que pudiera dejar su lugar en el carrusel así como así, pero me dió una punzada en el estómago cuando me dí cuenta de que uno de sus amigos, Brian, estaba ahí con él. Comenzó a caminar hacia donde estábamos. Traté de no voltear hacia Jeremy y tomé varias bocanadas de aire para no entrar en pánico.

—Hola —metió las manos en las bolsas de sus pantalones y arrugó los ojos un poco por el sol.

Me reducí a solamente sonreír tímidamente y fingir que no estaba muriendo por dentro.

—¿Qué tal?, Oye —comenzó Jack y le puso una mano pesada en el hombro izquierdo —. ¿No tendrás un desarmador que nos prestes?

—¿Un desarmador?, Si, si tengo —aseguró —¿Para qué quieren un desarmador?

—Adrien rompió la sombrilla —dijo y me volteó a ver con una sonrisa pícara.

—No es cierto, ayer que la ví estaba floja. Yo no le hice nada.

Jack soltó una risa.

—Era broma.

—Ven conmigo si quieres, para dártelo —Jeremy me miró directamente con sus ojos azul brillante, sentí como si pudiera leer mis pensamientos —. Los guardamos en una bodega en el carrusel—me dió la espalda y se fue caminado hacia el juego.

Me tardé un segundo en reaccionar antes de obligarme a moverme detrás de sus pasos. Lo alcancé donde estaba parado más adelante. Se mezcló con la multitud del carrusel y entró a un cuarto que se encontraba en la parte de atrás, una puerta roja, mimetizada con la pared del mismo color. Desapareció un instante y al siguiente salió sosteniendo una caja de herramientas entre las manos. No pude evitar fijarme en lo bonitas que eran sus uñas, perfectamente bien cuidadas, combinando con la piel uniforme y muy posiblemente suave de sus manos. Sus dedos largos, aunque no demasiado. Abrió la caja y sacó un desarmador, lo tomó por el lado de metal y me lo dió.

Sugar Free LoveWhere stories live. Discover now