hate. not love

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Arabella





Primera noche. Y ya quería salir corriendo de este lugar.

Bill me había encerrado en la habitación, me había prohibido salir de aquí sin su permiso. Pero yo lo tenía que cuidar y al final me encerró.

Abrí la ventana, pero su cuarto quedaba a 10 metros del suelo, y no podía saltar. Sentía que mí presión bajaba, la desesperación era mucha. Tenía hambre, ya que no pude desayunar por el estupido huevo podrido. Vi una puerta dentro de ella habitación, la cual me pareció que era el bañó, así que la abrí.

Abrí la puerta, y olor a descomposición salió de ahí. El olor me revolvió el estómago, logrando que vomité en todo el suelo, agarrándome contra la mesita de noche. Miro dentro de la puerta y habían cadáveres, todos con las extremidades cortadas y algunos pedazos de su piel desprendidas. Un cráneo y más partes del cuerpo dentro de una caja. Me levanté y cerré la puerta, caí al suelo y seguí vomitando.

—¿Quien mierda te dio permiso de abrir esa puerta?—miro a un costado, y estaba Bill, mirándome desde el marco de la puerta.

—L-l-lo sien-nto—dije limpiando mí boca con la manga de mí campera. Se acerca a mí y toma de mí brazo, levantandome del suelo sucio causado por mí vomito. Y siento mí mejilla arder, y caigo de nuevo al suelo. Me había dado una abofetada, dejando mí mejilla arder y doler.—No e-era mí intención.—dije con la voz quebrada y con un nudo en la garganta, haciendo que lagrimas caigan a mis mejillas.

—Quiero algo de comer, así que ve y has algo.—dijo tomando mí rostro, limpiando mis mejillas. Pero su cara cambia a una de tristeza.—¡¿Por qué mierda te vas todo el tiempo, mamá?!¡Hija de perra!—me agarra del pelo y me tira contra la mesita de noche. Era un episodio de esquizofrenia, ya se iba a calmar. Me vuelvo a parar, pero recibo una patada en la boca del estómago.

—Ahh...Bill...soy Arabella...para...—y sin más, sangre salió de mí boca por golpe tan fuerte en mí estómago.

Bill vuelve a la normalidad y ve que mí boca tira sangre, se acerca a mí y me toma de la cintura, levantandome y poniéndome contra su pecho. Salimos de la habitación y nos dirigimos a no se dónde, abre una puerta y entremos en la habitación, la cual era el baño. Se acerca al lava manos y pone un poco de agua en su mano, para después pasarla por mí boca. Su rostro era serio, causando un escalofríos por mí espalda.

—Olvida lo de hacerme de comer. Te vas a bañar.

—N-no, estoy bien así.—digo moviendo mí cabeza levemente de lado a lado negando.

—No es pregunta. Es afirmación, y te vas a bañar de todas formas.—me deja en el retrete sentada y abre la canilla de la ducha para que la tina se llene. Se acerca a mí y se pone de cuclillas en frente mío. Me saca los zapatos blancos, luego va a por mí remera. Pero lo detengo con la mano.

—Puedo bañarme sola...no hace falta que te quedes ni que me saques la ropa...—dije en tono de voz apagado y bajo.

Pero en vez de recibir respuesta, me agarró del pelo.

—Aqui decido yo. Ti solo obedeces como la mujer que eres.—y está vez si logro sacarme la remera, dejando ver mí sostén. Luego me saca los jeans junto a mis bragas, dejándome con sostén. Lágrimas mojaban mis mejillas, quería volver a casa y conseguir otro trabajo. Saca mí sostén y me deja desnuda. Para luego el quitarse la ropa. Quedando desnudo frente a mi, lo cual yo cierro los ojos para no verlo. Los sollozos no se calmaban y mis lágrimas seguían saliendo.—Métete a la tina.—no me moví de el lugar, solo lo miraba a los ojos.—Deja de ser niña caprichosa y métete de una puta vez!—me tironeo del brazo para luego tirarme dentro de la tina, golpeando mí cabeza contra la pared, haciendo que mí vista sea borrosa.

Lo último que vi fue como se metía junto a mí.





Bill




Vi como se desmayaba, quedando inconsciente en la tina. Tomé su cuerpo entre mis brazos, acariciando su cara perfecta, mirando sus labios carnosos y rogisos, a lo que acaricié estos suavemente.

Miraba su cuerpo tan perfecto y pequeño. Sus pechos no eran tan grandes como las mujeres con las que solía tener sexo. Ni tampoco eran pequeños. Eran medianos y perfectos. Quería follarla ahí mismo y luego cortar su cuerpo para poder saborearlo. Pero no lo iba a hacer.

Por ahora.

Agarre el jabón y lo empecé a pasar por sus pechos, torso, piernas, brazos, y su intimidad. Toque de esta a mí gusto, metiendo mis dedos dentro de ella como si fuera un juguete. Porque en realidad es mí juguete. Pequeños jadeos salían de mí boca al meter mis dedos dentro de ella, estaba apretada de por si. Ni imaginarme cuando meta mí pene dentro de ella.

Dejé de hacer eso para después lavar su cabello, masejeandolo suavemente.
Termine de enjuagar su pelo y cuerpo. Salgo con ella en brazos y le pongo una toalla a su cuerpo, secando un poco de este.

Llego a la cama y la siento en mí regazo, poniendo su cabeza en mí pecho, mientras terminaba de secar su cuerpo entero. Seco con la toalla su cabello mojado.

La dejo acostada en la cama y voy a por su ropa que estaba en la habitación de invitados. La cual era en la que se iba a quedar, pero prefiero que esté conmigo. Quiero que mí juguete este conmigo siempre.

Mí sebo.


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