Prólogo.

8 1 2
                                    

Su padre había salido a trabajar muy temprano ese día, o eso se imagino Willson, al no ver a su padre esa mañana.

Eran las 7 de la tarde y su padre solía llegar a las 6:30 todos los días. Willson se preocupó, pero no le tomó tanta importancia, de todas formas se podría distraer con la TV y estaba casi seguro de que había tráfico o problemas de adultos.

Su madre llegó y abrió la puerta. Willson llegó corriendo a la puerta para poder ver a su padre y jugar con el hasta que llegará su hora de dormir, pero solo encontró a su madre sacando lágrimas.

—Mami ¿Que pasó? —Preguntó.

—Hijo —Se arrodilló —Tengo que contarte algo ¿Si? Siéntate en el sillón —Se levantó.

Fueron al sillón y su madre suspiro.

—Hijo, tu padre no pudo llegar hoy ya que, se tuvo que ir a un lugar.

Willson alzó una ceja.

—¿Que lugar?

—Al cielo.

—¿Y por qué?

—Fue para —Su madre pensó en que decir —A ayudar a los niños, los niños sin padres, a estar para ellos.

El pequeño lo entendió.

—¿Y cuando volverá?

—No volverá, Will.

—¿Por qué no? Yo lo quiero aquí.

—Mira —Agarró sus manos, soltando un par de lágrimas —Se quedará a cuidar a los niños, niños que no tuvieron padres que los acompañaran. Tu padre va a hacer felices a los niños ¿Tú lo quieres, no?

Willson asintió.

—Así de tanto ellos quieren un padre y tu papito se lo va a dar, por eso tiene que quedarse para siempre.

—¿Pero no puedo ir con él? —Se acercó a su madre.

—No, corazón, no se puede —Tocó su cabeza, para empezar a acariciarlo.

—¿Por qué no?

—Solo no puedes ir.

—Pero yo quiero estar con papá.

Su madre tapó sus ojos.

—Lo siento.

—Mami, no es tu culpa —La abrazo.

Su madre sonrió.

—Si papi quiso ir a cuidar a esos niños esta bien, yo lo apoyo, también quiero que esos niños sean felices —Comprendió y prometió.

Se abrazaron con fuerza.

—Prometo ser la mejor madre del mundo, hijo.

—Ya lo eres, mami.

Ese día lloró y lo recordó con tristeza, hasta alcanzar la edad suficiente para darse cuenta que su padre, Tom, había muerto.

Y su madre no había cumplido su promesa, al menos algunas veces era cariñosa, otras veces lloraba y se drogaba para según ella, distraerse. No la culpaba, entendía su dolor, lo que no entendía era su comportamiento tan mierda dirigido a su hijo.

Había descubierto la muerte de su padre; un disparo en la cabeza, uno en la pierna y otro en el brazo. Pudo haber ocurrido desde las 1 hasta las 5 y cuarto. Su cuerpo se encontró en un lugar abandonado, aunque parecía haber sido movido de lugar por el rastro de sangre que había en el suelo.

Solo eso sabía, además de tener golpes en su rostro, que podrían implica haber estado en la pelea o que había sido torturado, porque sus manos no estaban con heridas de posibles golpes que hubiera dado.

Un Fantasma a la IzquierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora