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-Pásame esa palustra, por favor

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-Pásame esa palustra, por favor.

Bella me pasó la herramienta mientras con la otra mano se metía un caramelo en la boca. Habían pasado varias semanas desde que habíamos empezado nuestra reforma. Y estábamos avanzando bastante bien a pesar de que el clima era cada vez más adverso. Las primeras nieves habían caído, lo que significa que Bella estaba escondida bajo diversas capas de ropa y situada cerca de una pequeña hoguera que le había preparado. Realmente mi mayor temor era que muriera de hipotermia.

Teníamos una rutina. Durante la semana, Bella se dedicaba a sus estudios, a quedar con sus amigos humanos –incluido ese chico de la reserva, que por el momento no parecía un peligro- y al trabajo. El fin de semana era nuestro para la construcción. Mientras ella no estaba yo hacía el trabajo más pesado, despejar el lugar, retirar los restos del viejo tejado y transportar los materiales necesarios. Cuando estábamos juntos nos dedicábamos a levantar las paredes.

En ese instante estaba completando la cuarta pared. Oficialmente era una casita sin tejado.

-Me siento inútil aquí plantada. –farfulló llevándose otra chuchería a la boca. Aparentemente había conseguido su propio botín de Halloween en la tienda de Newton donde trabajaba. Se excusó diciendo que eran los que los niños no querían.

-Eres apoyo moral. ¿No se supone que los humanos debéis tomar menos azúcar?

-Moriré congelada si no me muevo, el azúcar me mantiene con vida. –replicó.

Señalé la hoguera con una ceja alzada.

-Acércate más.

-Entonces moriré quemada.

Puse los ojos en blanco pero le tendí una mano con una sonrisa ladeada. Pude notar cómo su corazón se aceleraba un par de latidos. Siempre se me olvidaba el efecto que los de nuestra especie teníamos en los humanos. O quizás sólo estaba demasiado acostumbrado a la presencia de Bella, demasiado cómodo.

-¿Quieres entrar?

Bella asintió y su mano enguantada se apoyó en la mía para esquivar las herramientas tiradas por el suelo junto con el resto de elementos que a su paso podrían ser un arma mortífera en su equilibrio. El viento se frenó casi en seco cuando estuvimos refugiados entre las cuatro paredes, sólo se colaba por los huecos destinados a las ventanas; sobre nuestras cabezas el cielo nublado anunciaba nieve de nuevo. El espacio era lo suficientemente grande para ser dividido, un salón, una cocina, un pequeño dormitorio. Incluso un baño. Mi mente estaba dividiendo el espacio con líneas imaginarias.

-¿Qué te parece una chimenea justo aquí? –preguntó Bella mientras señalaba un lugar de la pared. Oh sí, ya podía imaginar la chimenea de piedra. Un buen sofá. Un buen libro. La chica que estaba mirándome justo a mi lado...

No.

¿De dónde demonios había venido ese pensamiento?

Por un momento me había imaginado cómodamente con un libro entre mis manos, el fuego crepitando en la chimenea y las piernas de Bella apoyadas sobre las mías, en su rostro bailando el sonido de una risa por algo que había dicho. Alegre y viva. Feliz.

Animales de sombra. | Jasper x BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora