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Al joven de Palacios y Villafranca le costaba recobrar el aliento. El calor era asfixiante, y mientras que su pecho subía y bajaba con prisa, su rostro era empapado por el excesivo sudor que bajaba por su sien, cayendo a gotas y pegándose de una manera repugnante a su piel.

Gavi se sentía absolutamente miserable y con unas increíbles ganas de saltarle a la yugular al siguiente alfa idiota que se atrevía a hacerle una falta.

Los gruñidos se escapaban de sus labios por sí solo. Mostraba sus colmillos y la cara de mala leche cada vez que ciertos alfas del Real se acercaban más de lo necesario a él, con o sin pelota. Aquellas caras le regalaban sonrisas burlescas que, hacía su piel erizarse de manera nauseabunda, se estaban mofando del beta.

No era fácil suprimir aquella discordia que llevaba adentro. El inexplicable y repentino miedo lo mantenía encadenado y la única forma en la que podía demostrarlo era como un animal acorralado.

El árbitro ya lo tenía en mira, para el desagrado de no solo de Gavi, sino también del míster, cuál enojo se hacía notar desde lejos. Después de todo, daba más miedo callado que exclamando profanidades a los cuatro vientos. Y aunque más de un pitido que denotaba falta eran destinados hacia él, Gavi no le daba importancia, estando más interesado en mantener a los alfas lo más lejos posible de él, porque juraba que iba a matar a cierto jugador con el número 12 si este le seguía tocando los huevos.

No estaba para aguantar las coñadas de los merengues, solamente quería que el partido acabase ya y llegar al hotel, cosa que incluso para él le era extraño debido a que era la primera vez que admitía abiertamente que no quería seguir jugando.

Gavi, pensaba que se merecía un premio por seguir en pie. Sus piernas se sentían cada vez más pesadas, algo que nunca antes le había ocurrido, pero a lo que decidió no darle muchas vueltas, sobre todo porque ya llevaba unas cuantas semanas con dichas molestias que iban aumentando progresivamente a lo largo de los días. No ayudaban tampoco los bajones que le entraban cada vez que recordaba aquellos rumores, no tan falsos, seguían circulando por ahí.

No quería perder más tiempo pensando sobre su malestar, menos aún porque eso significaba que se volvía real y el joven andaluz solo quería pensar que su cuerpo se estaba finalmente vengando por haber jugado como titular en prácticamente todos los partidos de la pesada jornada y no haber hecho un paradón en ningún momento.

Estaba harto y sumamente irritado. La fatiga comenzó a poseer su cuerpo rápidamente después del descanso de la primera mitad. Pero Gavi siendo Gavi, no iba a dejar que esto le afecte, simplemente ignoraba aquel sentimiento, queriendo estar jugando en la cancha merengue hasta el final, y en parte también, para no admitirse que estaba siendo bien hipócrita.

Barça 2, Real Madrid 1

Debían mantener la portería protegida o meterle otro gol a Courtois para dejar bien claro quién mandaba en esta cancha y en la España entera.

Se obligó a seguir, como siempre lo hacía. Yendo detrás de la pelota como si fuese su presa. Trataba de llegar a ella antes que los jugadores de la capital, pero su cuerpo lo traicionaba. Más de una vez se llegó a tropezar o incluso a resbalar, haciendo que el estadio rompiera a gritos de burla hacia su persona.

¿Cuántos balones habrá perdido en estos últimos minutos? Ni siquiera cuando recibía pases de sus compañeros podía defender el balón el tiempo suficiente sin que se lo robaran al siguiente segundo, como un chupete a un niño.

No entendía qué le pasaba hoy, y esto claramente le frustraba. La rabia lo inundaba y las burlas de los fanáticos del Real y de sus jugadores, junto a las decepcionadas miradas de sus compañeros, no ayudaban para nada.

descartable & vulnerable | pedri x gavi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora