El señor Tengu

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La presencia de un pueblo en la cercanía hace que me estremasca de anticipación. Masacrar gente, que rueguen piedad es uno de los pasatiempos mas entretenidos a mi parecer.

Los arbustos a mi izquierda se movieron, mi mirada fue hacía el sonido y un niño se asomó entre las hojas.
Cabello y ojos negros como una noche sin luna, llevaba un cuervo en su hombro. Poseía un yukata simple de color azul marino y me miró con curiosidad.

Eres un Tengu? - me preguntó.

Tengu? - dije con duda.

Si mi mamita dice que en los bosques de todo el mundo hay Tengus que cuidan los bosques y secuestran niños para comerlos, vas a secuestrarme? - habló y habló, mis cejas empezaron a contorsionarse.

Porque no te vas a tu casa parásito - le pregunté con molestia, los niños eran criaturas completamente inocentes que no distinguen el bien del mal, son tan curiosos que dan asco.

Porque no me gusta estar en casa, me gusta mas estar con Kuro y sus amigos cuervos - respondió señalando al cuervo en su hombro.

Podrías callarte tu voz es repugnante - le dije empezando a caminar.

Te gusta el onigiri? - preguntó siguendome.

No - le respondí caminando mas rápido.

Porque tienes cuatro brazos? - me preguntó trotando a mi lado.

No te incumbe - le respondí sin mirarla, estoy empezando a pensar que manera sería mas apropiada de destriparla.

Porque eres tan alto? - me preguntó poniéndose de pintitas de pie, simulando ser alto.

Escuchá parásito, porque no mejor vas a jugar con tus....ratas? - le pregunté señalando al cuervo.

Vas al pueblo? Porque conozco una tienda que vende dulces esquisitos - dijo apuntado hacia adelante.

Vives ahí? - le pregunté señalando en la misma dirección que ella, deteniéndome.

Si, no hay muchos niños de mi edad y los que estan no quieren jugar conmigo - dijo desanimada, jugando con el borde de su yukata.

Así que no tienes con quien jugar - dije mas para mí mismo que para el mocoso.

Usted señor Tengu! Quiere ser mi amigo? Le dare comida si acepta, por favor! - dijo inclinando la cabeza.

Hablas mucho parásito - le respondí despeinandolo, haciendo que se queje.

Bien, sere tu amigo - le dije, haciendo que sonría enormemente.

El tesoro del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora