"La mente de un niño es muy fácil de manipular"
En la noche en los reinos de Dark Fall, una extraña neblina apareció en el palacio del gobernante León.
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El sol se filtraba suavemente a través de las cortinas entreabiertas, iluminando la habitación, en la que se encontraba un niño pequeño. Los primeros rayos de luz rozaron su rostro mientras él comenzaba a despertar. Sus pestañas se movieron y sus ojos se abrieron levemente, hasta abrirse de golpe por el desconocido entorno.
—¿D-dónde estoy?— murmuró el niño, con confusión, mientras se incorporaba y miraba a su alrededor.
La habitación era hermosa, las paredes estaban pintadas de blanco mármol y había un enorme candelabro de cristal colgando del techo que le recordaba un poco a su hogar antes de caer por el portal. En un rincón, había una estantería llena de libros que tal vez le dieran información de este lugar.
Luego de una rápida inspección, se balanceó al borde de la cama y deslizó sus pies hacia el piso, mientras se acercaba a la ventana que estaba cerca de la estantería.
Abismo... estaba en un castillo cerca de un abismo
— Debo estar muy lejos de Cliff— era imposible que no hubiera visto un castillo que llegaba al cielo desde la cueva.
Toc-toc
Se escucho el sonido de la puerta, mientras alguien empezaba a hablar
—Mi rey, ¿Puedo pasar?— esa voz masculina, lo alerto de inmediato, estaba seguro de que Cliff no lo había traído a este lugar, el era muy considerado y le hubiera dicho de antemano. Eso solo significaba que...
