2. The Loving God

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Al llegar al final, donde debería estar la carretera, encuentra una barcaza de madera negra. Un enorme lago que lo hace abrir los ojos de par en par: no hay diferencia entre el agua y el cielo; donde las estrellas brillan juguetonamente, acompañando estelas boreales multicolor, similar a un fenómeno noruego.

Empujado en esta bella imagen que ni siquiera en sueños ha tenido, sube a la barcaza. Lo asusta que se mueva sola. Como si desde abajo, hay algo moviéndola. Una pequeña lampara en la punta, alumbrando el camino por el que va. Sigue viendo alrededor y se sujeta en ambos lados cuando se detiene.

Se asoma al agua, temeroso de caer, pero acaba incluso más arrimado.

El agua es tan clara, que es posible ver a los peces que van de un lado para otro, fluyendo en la corriente tranquila de la laguna. Algunos azules, otros verdes, otros más purpuras; hasta que una figura enorme, blanca y de líneas negras, surge poco a poco del fondo hasta llegar a la superficie.

Es un tiburón ballena o eso le parece a Hongjoong, quien sonríe inconsciente y estira la mano, tocando a la criatura que da un aullido melodioso. Al hundirse de nuevo, Hongjoong se inclina hasta el punto de tocar el agua con la nariz. Riendo sonoro y emocionado.

Se ve obligado a levantar la vista, notando que pájaros e insectos enormes sobrevuelan encima suyo. Lo extraño en ellos no es su forma, que es como la vista en su día a día, sino los colores tan vibrantes que tienen.

¿Es normal que todo brille de forma tan bella?

De forma distinta a las luces de neón o de los autos.

Parece un brillo que acaricia la mirada y pretende hechizarte para que te tientes a tocar, a sentir.

Un grupo de pequeños pájaros de plumaje amarillento se detienen en su barcaza. Hongjoong considera que son estrellas que cayeron del cielo. Piando y saltando, jugando incluso encima de Hongjoong, llegando a subirse a su cabeza para despeinarlo y volver a volar. La barcaza también reanuda su marcha.

Al otro lado del lago hay un segundo largo y perfecto camino de piedra, iluminado con velas blancas en esta ocasión. Lo sorprende como todo crece de tamaño. Se hace gigante o él, se encoge. Empieza a considerar cualquier probabilidad. Llega a un enorme palacio, tradicional y mucho más elaborado que los vistos en libros de historia.

Contiene la respiración y aprieta las manos en su ropa, pasmado por lo que sale de dicho lugar: esa persona es enorme ¿Cuánto puede medir? En diferencia a su sueño, puede ver su pierna, coquetamente expuesta por usar un kimono abierto, abierto en sus hombros y con una cubierta de suave pelusa blanca.

—Llegaste temprano, Little One.

Hongjoong retrocede un paso por inercia, asustado de una figura tan grande delante suyo. Él se ríe, inclinando la cabeza. Las horquillas tintinean al mismo tiempo. Haciéndolo una pequeña y tonta melodía.

— ¿Te asuste? Little One—ronronea, divertido—. Lo siento mucho. Se me suele olvidar que los mortales son demasiado asustadizos cuando se consideran amenazados... No te preocupes, no soy una amenaza. Me llamo Seonghwa... ¿Y bien? ¿Me dirás tu nombre?

Hongjoong tambalea y acaba sentado en la mano de Seonghwa, quedando a la altura del rostro tan fino y hermoso.

—Hong... Hongjoong

—Hongjoong— Repite Seonghwa. Su voz vibra y Hongjoong cree por un momento que sus ojos brillan más que antes. Enrojece y aprieta más las manos, asustado y nervioso ¿Que debe pensar de esto? ¿Es de verdad? —. Que nombre tan bello para alguien como tú. Tal vez una señal de ser una ternura sin cuidado.

The God's Little One || SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora