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Bible había cumplido su promesa, tenía que concederle eso. No sólo se aseguraba de avisar cuando iba a dormir afuera —lo cual hacía desde que se habían mudado juntos, de todas formas—, sino que además siempre cumplía el horario en el que prometía volvería de Chiangmai y hasta había adoptado la costumbre de comentar en el desayuno qué clases tenía esa tarde y a qué hora regresaría.

Build había esperado los primeros días sin tocar las bragas (que dormían en su cajón ahora), todavía un poco inseguro y preocupado de exponerse otra vez a Bible de ese modo. Pero después de unas semanas había aceptado que Bible decía la verdad: que realmente quería que se quede con las bragas, que realmente llegaría a tal o cual hora, y que realmente no le importaba lo que Build hiciera siempre y cuando lo hiciera feliz.

Y Dios, sí lo hacía.

Una vez que Build estuvo seguro de que no tendría vergonzosos accidentes de vuelta, se había afeitado, se había perfumado, se había puesto sus bragas rojas y se había sentido diferente. Realmente no entendía qué era lo que hacían sobre él. Era casi magia. Como si respirar se sintiera diferente así; más fácil, de alguna manera.

No es como si quisiera usarlas todo el tiempo, sino más bien como si... Era una suerte de recreo. Se sentía suyo y personal y se sentía libre.

Build no era un tipo demasiado complicado, pensaba. Le gustaba ver futbol, estar con sus amigos, ir al cine un día de semana o embriagarse hasta la médula un sábado. Le gustaban las cosas simples, no había nada extraordinario en su vida. Pero a veces, cuando llegaba de cursar, cansado de caminar y de su serie de empleos de medio tiempo que nunca duraban lo suficiente para permitirle un lujo, con los ojos rojos de leer sin los lentes en clase y los oídos aturdidos... Después de esos días, llegaba al departamento y Bible era vivaz y joven y él se sentía literalmente como la mierda.

Se sentía ordinario, y cansado; y vestir las bragas lo hacían sentir tan especial. Tan bonito.

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—Arriba, cumpleañero.

Build se cubrió el rostro con la almohada.

Mañana, Bible. Mi cumpleaños es mañana —protestó.

Bible estaba sentado al costado suyo en el colchón y hablaba como si fueran las dos de la tarde y Build no estuviera terriblemente cansado y mal dormido.

—Si, bueno, pero mañana no voy a estar contigo para hacerte el desayuno de cumpleaños, así que...

Build levantó la almohada de su rostro con precaución. Las cortinas estaban cerradas y la habitación en penumbras, pero así y todo podía ver la sonrisa ancha de Bible y sus ridículos hoyuelos.

—¿Me hiciste desayuno? —dijo, reincorporándose lentamente.

Bible sólo señaló con un gesto de la cabeza la mesita de luz.

Cool: dos tazas de té humeante, cuatro cupcakes de la pastelería junto a la plaza y una jarra con jugo de naranja.

—Gracias, colega —sonrió, refregándose los ojos.

Se sentó bien en el borde del colchón, para que Bible pudiera hacerse lugar junto a él y la bandeja.

—¿Qué hora es?

—Ocho y cuarto —dijo Bible—, tengo que irme como en diez minutos.

Claro. El trabajo. Bible trabajaba en un consultorio médico de un amigo de su madre, donde era recepcionista (y Build apostaría a que era jodidamente perfecto en el trabajo, todo sonrisas y comentarios amables).

Bonito para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora