Prólogo

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Se dice que el infierno posee a los demonios más caóticos y vigorosos, siendo Satanás el que reina.

Hay muchos mitos y leyendas sobre los demonios, algunos creen que reinan en el infierno junto a su rey, y otros como yo, creemos que habitan en la tierra fingiendo ser alguien humano.

Satanás tiene su ejército de demonios, así como ese hombre tiene a los suyos, todos siguen sus órdenes de forma despiadada, todos lo tratan con respeto y se dejan manipular por él.

Cuando ví a ese hombre por primera vez, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, su mirada era tan penetrante, tan oscura y tan poderosa.
Tuve que pasar por tanto dolor para entender que él mismo fue el que se encargó de arrastrarme hacia el infierno y que sus demonios no me iban a dejar escapar tan fácilmente.

Después de conocer a Mia, me dí cuenta que el paraíso existe y que, a pesar de que el mal prevalece, todo esto ya no era nada si ella estaba a mi lado.

-Ese hombre cree que puede hacer del paraíso su infierno, pero está muy equivocado, yo mismo me encargaré de que conozca el verdadero infierno en vida y lamentará haber nacido- tiré de los dados que sostenía en mi mano, cuando cayeron se mostró el número 3 y supe que era el momento de poner en marcha mi plan.

Estos dados me han acompañado desde que tengo memoria, incluso desde que estaba en ese orfanato, cuando tiré de ellos por primera vez, recuerdo que el número fue 3, desde entonces me gusta dejarlo a la elección de ellos, si sale mi número favorito, quiere decir que todo estará bien y que debería seguir adelante; me gusta pensar que mis padres tiran de esos dados conmigo y me ayudan a decidir sobre lo bueno y lo malo para mí.

-Está todo preparado, tal y como nos indicó, avísenos cuando empezar. - contestó Luke a través del teléfono y me hizo salir de mis pensamientos.

-Que empiece a arder el infierno. - respondí y colgué la llamada segundos después, me senté en el sillón de cuero que se hallaba en mi oficina, tomé un cigarillo que adornaba ese cenicero de vidrio y saqué el encendedor de mi bolsillo derecho-comenzaré con los demonios, desde el más fuerte hasta el más débil, irán cayendo uno por uno, después de eso Satanás ya no tendrá a nadie, estará solo y ahí, es donde entro yo- el humo que salía de mi boca llenaba mi oficina y embriagaba mi mente, suelo encender un cigarrillo cada vez que planeo la muerte de mi próxima víctima.

Y tal vez fue por la nicotina del cigarillo que imaginé a ese hombre suplicar por su vida delante de mí, de rodillas y con sangre en su cuerpo, quiero que sufra mil veces lo que yo sufrí. No diré que soy un santo, incluso puede que sea un maldito demonio por lo que he hecho, tal vez el destino lo quiso así para que yo mismo me encargará de él.

Si yo fuera un demonio, probablemente sería Agares, pues haré que el mismo Satanás dance en la tierra, provocaré un terremoto que sólo él y yo podamos sentir y veremos quién da el último paso de baile.

Haré de este infierno, por fin un paraíso.

Haré de este infierno, por fin un paraíso

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