"Charles había pasado gran parte de su vida esperando a su alma gemela, a su persona destinada. Sin embargo, el destino parecía estar encizañado con él porqué dicho encuentro nunca se dió, nunca pasó. O bueno, no hasta que finalmente decidió abrir s...
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»Luego del encuentro entre Charles y Emilia.
Carlos.
Luego del desayuno, los chicos y yo decidimos regresar nuevamente a mi habitación para terminar de pasar el rato. Nora se había separado de nosotros, ya que tenía que hacer algunas diligencias de su trabajo y el calor afuera era realmente insoportable. Por ende, no había razón alguna para quedarnos por ahí.
Básicamente, quedamos los de siempre.
Una vez en mi habitación, todos nos acomodamos entre charlas y risas, hasta que Lando propuso jugar "Uno". Noa y yo nos miramos a la cara, pues ya sabíamos como iba a terminar todo. Sin embargo, de igual manera, aceptamos jugar.
Íbamos por la segunda partida, cuando de repente, alguien llamó a la puerta. Y siendo sincero, no estaba esperando a nadie, así que fruncí el ceño. Por un momento hasta pensé que quizás se habían confundido de habitación. Pero aquel pensamiento se esfumó al notar que dicho toque aún seguía.
Me levanté de mi lugar, con algo de pereza y dejando la partida a medias, caminé hasta la entrada. Al abrir la puerta, me encontré con el peor ser de este mundo: Emilia.
Su cara de disgusto fue instantánea, igual que la mía.
—¿Qué haces aquí? —le solté, sin disimular un poco mi desagrado.
Emilia por su parte no respondió. Simplemente me apartó y entró en mi habitación como si esta le perteneciera. Rodé los ojos y cerré la puerta con fuerza.
Detestaba su presencia.
—Te hice una pregunta —le repetí, irritado, justo detrás suyo.
Sin embargo, ella volvió a ignorarme olímpicamente y se dirigió a mis amigos.
—Ustedes dos. Lárguense de aquí, ahora —les ordenó con esa típica actitud prepotente suya, que demostraba que no me estaba consultando o pidiendo permiso.
