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𝐋.𝐓.𝐋 || ❝¿Cómo es posible que me ames si tu tampoco sabes lo que es amar?❞
- ̗̀━ En este fic todos son humanos (excepto en el último cap), esto para facilitar la narración de las acciones.
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— Agh, volví a perder, hoy no es mi día de suerte.
Dejo flotar las cartas frente a él y Venus.
— Marte ya se tardó mucho. ¿No crees? Volteó a ver la orbita de Marte.
— Volverá pronto. Anotó su sexta victoria en la pizarra, y en cuanto Tierra volteó a verlo de nuevo Marte apareció detrás suyo.
— ¡Tierra! El nombrado soltó un grito del susto. — Urano te está pidiendo que le des algo.
— ¿Algo de qué?
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— ¡Uranoo!
El gigante de hielo volteó a ver si el que lo llamo era quien esperaba, y si, era Marte, pero ahora tenía una cúpula de cristal con una flor dentro en sus manos.
— Aquí tienes lo que pediste.
— Muchas gracias Marte, también dile gracias a la Tierra de mi parte.
— Por supuesto, ¡adiós Urano!
Terminando de decir eso el planeta rojo se fue para volver a su orbita. Urano vió la flor que estaba en la cúpula de cristal, ya tenía un rato queriendo darle una a Neptuno, ahora solo tocaba esperar a que no intentará abrir o romper la cúpula de cristal.
Puso un listón azul marino al rededor de la cúpula y se dirigió a la orbita de su novio, abrazando el regalo con sus brazos para evitar que algún asteroide llegará a golpearlo.
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Por fin había llegado. Neptuno, su novio, estaba de espaldas con el libro de caligrafía que le dió, desde hace tiempo que había dejado de hablar con sus amigos asteroides para aprender las mismas cosas que los demás planetas, eso aumentaba la esperanza de Urano de que pudiera volver a ser lo que era antes.
Se acercó por detrás y lo abrazo, dándole un beso en la mejilla.
— Neptuno. Te traje algo.
Le mostró la cúpula de cristal, dejando que la tomará con sus manos. Neptuno miraba su contenido, intentando descifrar que era.
— ¿Qué es?
— Una flor, me la dio la Tierra para que yo te la pudiera regalar a tí. No es lo que tanto has deseado, pero es algo similar. Ten cuidado de no romper la cúpula.
Abrazó el regalo con poca fuerza, acurrucandose en el pecho de Urano y soltando el lápiz que tenía en mano.
Pasaron así un buen rato, hasta que el Sol se dió cuenta de que Urano no estaba en su orbita así que tuvo que volver.
Durante todo el rato que estuvo con Neptuno no dijo alguna tontería, ni alguna idea loca para hacer juntos, no dijo otras palabras que no conformaran su pregunta. Era raro.
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