diez

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... Luz de mi vida, fuego de mis entrañas...

... Dame esas monedas de oro, dame esas monedas...

El éxtasis explotó de manera repentina y Felix arqueó su espalda, mientras la boca de Hyunjin, en su trasero, seguía haciendo maravillas. Gimió sin control alguno, arrugando las sábanas bajo él, mientras su semen se derramaba en su vientre y sus párpados revolotearon en el techo, antes de soltar una risita sin control.

Sei delizioso —gruñó Hyunjin, y Felix jadeó.

—¡Basta! —exclamó el omega —¡No me sigas hablando así, Hyunjin, que me pongo demasiado cachondo por tu culpa!

Hyunjin también se rio por sus palabras, enderezándose para subirse sobre Felix y besarle en la boca. El omega ronroneó con felicidad, tanto por el orgasmo que tuvo como por tener al alfa sólo para él en ese momento.

Era su segundo día en Roma como tal. El anterior visitaron algunas atracciones, como la Fontana di Trevi, una de las fuentes más famosas del país.

—Muestra al dios Océano domando unos hipocampos —le decía Felix a Hyunjin, maravillado mientras veía las cristalinas aguas— mientras está en su carroza guiada por dos tritones, mira —apuntó al lugar antes de soltar una risa—. Hay una tradición que dice que si lanzas una moneda vas a volver a Roma, si lanzas dos tendrás un nuevo romance y si lanzas tres te vas a casar...

—Ah, ¿sí? —Hyunjin enarcó una ceja.

—... o te vas a divorciar —el omega le sacó la lengua y Hyunjin le pellizcó la nariz—. Voy a lanzar una, espero volver en el futuro.

—Vamos a volver —aseguró Hyunjin.

Felix dejó caer el euro en las aguas, mientras que el alfa lanzó tres, ignorando la mirada del omega.

Luego fueron al palacio del Quirinale, la sede presidencial del jefe de Estado de Italia. Habían reservado una visita para observar las obras de arte, muebles y tapicería que albergaba junto con los jardines, desde donde podías contemplar la ciudad ya que se encontraba en la más alta de las colinas de Roma.

—Son los Dioscuros Cástor y Pólux —comentó Felix cuando vieron el obelisco a las afueras del palacio—, Cástor era famoso porque podía domar caballos, mientras que Pólux era un gran luchador de cuerpo a cuerpo.

—No sabía que te gustaba tanto la historia —dijo Hyunjin.

Felix sonrió con algo de vergüenza.

—¿Te estoy aburriendo? Lo siento —se disculpó.

—¿Qué? No, claro que no —Hyunjin sacudió la cabeza en señal de reprobación—. Nada de eso. Sólo que me sorprendió un poco, Lix. Nunca parecías interesado en la historia.

No, claro que no. Felix había sido muy bueno no sólo en matemáticas y ciencias, sino también en muchas de las asignaturas de la escuela religiosa a la que fue. Había sido... brillante, lo sabía. Uno de sus compañeros lo había llamado prodigio una vez, porque era el mejor de la clase sin mucho esfuerzo. Felix estaba orgulloso de destacar en eso, de ser el primero... hasta que lo azotaron en el trasero veinte veces por considerarlo soberbio.

La historia había sido una de sus asignaturas favoritas. A veces, cuando se aburría en casa, iba a la biblioteca de Hyunjin y empezaba a hurgar entre sus libros, entreteniéndose en la lectura hasta que empezaba a frustrarse. No podía evitarlo, y es que estar mucho tiempo allí le hacía pensar en lo que pudo haber sido, pero no era.

—No es algo atractivo en los omegas machos —dijo Felix con delicadeza—, ¿a qué alfa le gustaría que un omega como yo fuera más inteligente que él? —y soltó una risita.

made in gold ୨ৎ hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora