04. Forks

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El ambiente se sentía tenso, todos aguardaban en la pequeña sala, cada uno en sus propios pensamientos.

Heaven estaba a un lado de Molly, quien sostenía a Teddy dormido entre sus brazos, meciéndolo suavemente.

–Sabes que puedes buscarme para cualquier consejo, ¿verdad?

–Sí, señora Weasley, muchas gracias –le respondió con una pequeña sonrisa.

–Lo harás bien, Heaven –justo en ese momento, Arthur, Regulus y el ministro salieron de la cocina.

Todos se levantaron, ansiosos por información.

–Nos mantendremos en contacto, señor Black –habló Kingsley–. Heaven, espero tener buenas noticias la próxima vez que nos veamos. Hasta luego.

Sin esperar una respuesta, se dirigió a la chimenea y desapareció.

–¿Qué ha pasado?

–¿Qué les dijo el ministro?

–¿A dónde irán?

–¿Está muy lejos?

–¡Silencio! –el hijo mayor de los Weasley interrumpió a sus hermanos–. Si hablan todos no podremos escucharlos.

Nadie replicó, así que el patriarca de la familia tomó la palabra.

–Partirán en pocos minutos, así que haremos esto rápido. No sabemos el lugar al que irán, y antes de que vuelvan a interrumpirme, deben entender que es por cuestión de seguridad. Está lejos, es lo único que Kingsley nos informó, viajarán por un traslador en exactamente... doce minutos. Sus baúles ya están aquí así que... esta es la despedida.

Nadie se opuso, uno a uno comenzaron a despedirse de Heaven, abrazándola y dejando escapar un par de lágrimas. Hicieron lo mismo con George y Teddy. Un apretón de manos fue suficiente para despedirse de Regulus.

La única que faltaba era Hermione, quien desapareció escaleras arriba. Cuando regresó, un baúl venía con ella.

–¿No creíste que te dejaría ir sola, o si?

–Hermione, no debes hacer esto-

–No te dejaré ir sola, Heaven. Me defendiste aún sin conocerme y has estado siempre para mí, incondicionalmente. Esa tarde después de escapar... prometí estar a tu lado, no voy a dejarte ahora.

La abrazó fuerte, señal de que aceptaba su decisión. Ginny fue la primera en unirse a ellas, seguida de Ron y George. Bill y Charlie no se quedaron atrás, arrastrando a Fleur y Percy con ellos.

Porque eran una familia, con lazos sanguíneos o sin ellos, y siempre iban a serlo.

–No quisiera terminar el momento, pero salimos en dos minutos –Regulus dijo, el pequeño Lupin ahora estaba en sus brazos.

Se quejaron un poco pero finalmente se separaron, tomaron sus baúles correspondientes y salieron. En medio del jardín estaba un libro muggle desgastado. Heaven, Hermione, George y Regulus con Teddy se colocaron alrededor de dicho objeto.

–Cuando sea seguro, conectarán la red flu para que puedan ir y venir como gusten –informó el señor Weasley.

–Gracias a todos por cuidarme estos días, les prometo que todo mejorará –Heaven los observó a todos mientras hablaba–. Esto no es una despedida, solo un hasta pronto.

Bien, listos, sale en tres... dos... uno.

Colocar la punta de su dedo fue suficiente. Heaven sintió como si un gancho debajo del ombligo tirara de ella hacia adelante con una fuerza irresistible, sus pies se despegaron de la tierra. El viaje era incómodo, todo a su alrededor daba vueltas en un remolino de colores y comenzaba a marearle; el viento aullaba en sus oídos, una sensación desagradable, si le preguntaban.

Skyfall | Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora