Mi alarma comienza sonar y veo que son las ocho am. Normalmente cuando no tengo que ir a la universidad, me quedo dormida hasta tarde o bueno, más tarde. Pero hoy no, hoy quiero salir de éste lugar lo más pronto posible, quiero despejar mi mente por un instante, por un momento, por un segundo, solo... quiero despejar mi mente.
Sé que al quedarme aquí, una y otra vez voy a recordar todo, sé que no voy a estár tranquila, sé que me van a atormentar mis pensamientos como lo han hecho hasta ahora, por eso quiero salir, y aunque sé que igualmente voy a recordar toda ésta situación donde esté, al menos quiero que no sea dentro de éstas cuatro paredes.
Llamaría a Vero, ella no tendría problema y estaría conmigo, pero no quiero hablar con ella ni con nadie.
Decido hecharne una ducha y entro al baño, me quito toda la ropa y la tiro en el suelo, para después abrir la regadera. Como no puse el calentador, el agua sale super fría como quería, pero ni el agua fría hace que se vallan esos pensamiento que me torturan cada noche, cada maldito día, cada segundo.
Salgo de la ducha y me envuelvo en la toalla de color blanco que está guindada, en la pared de cerámica del baño.
Salgo de éste y voy directo a mi armario, que por cierto está hecho un desastre, pero si lo ordeno creo que no conseguiré nada y hecho un desatre consigo todo ¿Algo muy raro, no? Es totalmente impresionante que un desastre tenga un orden, y que un orden tenga un desastre. Otra cosa de la vida que jamás voy a entender.
Rebusco entre todo lo que está a mi alrededor y decido ponerme unos vaqueros de color azul, una sudadera de Taylor Swift en color negro, y unos tenis del mismo color.
Casi toda mi ropa es de color negro y la mayoría de todas mis pertenencias también, como la funda de mi celular, mis bolsos, etc.
Gracias a que mi cabello es liso, no gasto mucho tiempo en peinarme. Aunque la verdad, no es algo que me importe mucho el hecho de no estár representable para alguien. La apariencia física es algo que sin duda alguna, me vale una mierda. Mientras yo esté cómoda en como me vea, no me interesa la opinión de nadie, a medida del tiempo y de muchas ofensas, he logrado que no me importe en lo absoluto.
Me veo en el espejo que está cerca de mi cama, y tengo muchas ojeras, pero también estoy más flaca.
Es como si tuviera vida, pero no la estuviera viviendo, es como si no pudiera disfrutar de nada, es como estár atrapada en un lugar sin salida. Siento que con el tiempo estoy desvaneciendo, literalmente. Mis fuerzas, mis energías, mis ganas de vivir... todo eso poco a poco lo voy perdiendo.
El peso de la vida es muy grande, y siento que se me cae encima. Siento que no puedo con esta agonía, simplemente estoy cansada de toda ésta mierda.
Me estoy derrumbando, así no esté en el suelo. Estoy llorando, aunque ninguna lágrima esté saliendo de mis ojos. Estoy gritando, aunque esté callada. Estoy sufriendo aunque no lo diga, simplemente estoy mal.
Dejo de verme en el espejo, es demasiado masoquista de mi parte seguir haciendo eso, tomo la mochila que estaba arriba de la cama y salgo de mi habitación.
Mientras voy a caminado, oigo unas voces. Me quedo escuchando con detenimiento para saber quien era la persona que estaba hablando, y me pego a la pared del pasillo con cuidado para oir mejor. No pude identificar al instante, pero después me doy de cuenta que el televisor es lo que tiene ese ruido y sigo caminado, echo un vistazo ya estando en la sala y me quedo observando al hombre sentado en el sofá de color rojo, viendo la televisión.
Es Jhon, mi padre y va vestido con unos vaqueros de color negro y una camiseta azul, además tiene los pies descalzos, posados en la pequeña mesa que está en frente del sofá– Ésta es de color negro– por lo que veo, está viendo boxeo y ya deben de ir por el último ring, porque los dos boxeadores están demasiado golpeados y el sudor invade sus rostros en gran manera, pero no sólo eso, hay un gran olor en la habitación, un olor que reconozco donde sea y es el de la cerveza.
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Mía
Non-FictionMuchos dicen que vivimos en solo un mundo, pero es una vil mentira. Porque está el mundo de los arrogantes millonarios, que han tenido todo desde pequeños y el de los que tienen que trabajar, y madurar a temprana edad, para entender que nada en ésta...