6. Los Winchester

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Los días habían pasado, ya casi cumplía dos semanas de haber regresado de nuestra travesía por aquel pueblo maldito y nuestra vida había vuelto a la normalidad, o bueno, casi.
Dan había escaneado y re escrito cada una de aquellas páginas del diario, pasaba días leyendo y aprendiendo de estas, buscaba información extra en bibliotecas y en su propia oficina de trabajo ya que contaba con libros de historia en su enorme biblioteca. Se había convertido en una completa obsesionada con todo el tema.

Era una nerd.

Yo por mi parte solo la apoyaba de vez en cuando cuando quería subir algo en su blog, aunque esos últimos días se me complicaba gracias a la carga de trabajo que me habían puesto en el banco.
Salía agotada y para empeorar la situación mi carro había fallado la última semana y se encontraba en el taller así que estaba condenada a caminar un par de kilómetros a pie en medio de la noche después de mi jornada, obviamente pensaba que era un tipo de karma por robar el diario de los hermanos. O quizá era un diario maldito y yo simplemente lo había tomado como si nada.

Últimamente eso remordía mi conciencia, pero tenía miedo de llamar a Dean para decirle. Ahora solo guardaba el diario en mi casa como si fuera un tesoro para no dañarlo si algún día cruzaba camino con aquel rubio.

—Te dije que pidieras la rosa, era más cara pero se veía más linda en la foto.— Hablé para el otro lado de la línea mientras caminaba a paso lento por la acera, mi casa ahora estaba a unos cuantos metros delante de mi. Dani se encontraba quejándose por quinta vez gracias a una compra innecesaria de internet.

—Pensé que se vería más lindo con protector café, pero no me gustó, mi laptop ahora se ve sucia...— Dijo como en berrinche —¿No quieres una funda café?

—No gracias, la funda café es tu problema, mejor devuélvela y compra la rosa... o la negra si es que quieres algo más neutro.— Subí a paso cansado los escalones de mi porche mientras tomaba las llaves de la puerta con mi mano libre. —Escúchame la próxima vez que vayas a comprar cosas como esas, ya tienes como mil de...

Hice una pausa a mi reclamo.

La puerta de mi casa se encontraba abierta, la llave entró pero al momento de girarla estaba sin seguro y yo nunca olvidaba cerrarla.

—¿Cher, estas bien?— Preguntó la rubia ante mi repentino silencio.

—Alguien entró a mi casa...— Hablé en un susurro, antes de sacar la llave me aseguré de ver a los lados para ver las ventanas y asegurarme de que no había nadie.

—¿Que? ¿A robar?

—No lo sé, voy a entrar, por favor no me cuelgues.— Dejé la llamada mientras abría lentamente la puerta, el recibidor estaba solo y ordenado, estaba tenuemente alumbrado por la luz de la cocina pero aún así era escalofriante si pensaba que alguien me observaba desde la oscuridad del final del pasillo.

¿Un ladrón que no había tocado nada del recibidor? Quizá era un secuestrador o un asesino serial, posiblemente yo entraba perfectamente en el perfil de víctimas y ahora había venido por mi.
O quizá algún vampiro o de nuevo una bruja... ¿El truquero? ¡Dios! El saber de la existencia de esas cosas solo empeoraba la situación.

Tragué saliva y como pude salté al extremo de mi sala haciendo el menor ruido posible, tome el atizador de hierro de la chimenea mientras me mantenía a la defensiva paseando por el lugar.

Nada en la sala, nada en el pasillo ni en el recibidor, tenía miedo de subir las escaleras así que terminaría de buscar en la cocina y luego quizá saldría de la casa a esperar refuerzos.
Una última bocanada de aire entró a mis pulmones mientras tomaba fuerzas para entrar a la cocina, aunque por un momento sentí mi corazón detenerse al escuchar ruidos dentro de esta. No estaba loca, en serio había alguien dentro.

Ghostfacers [Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora