prólogo

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Un año y seis meses atrás.

Aquella noche ambos habían tomado la decisión de llegar al final, de separar sus caminos y elegir sus sueños sobre un amor que los dos sabían que había perdido el rumbo y por el que no valía la pena luchar más.

Heeseung estaba empacando sus cosas bajo la atenta mirada y la calmada sonrisa de Sunoo; guardaba sus pertenencias más importantes y lo que probablemente iba a necesitar en el país al que se iría a estudiar por un tiempo indefinido.

Sunoo había tomado asiento en la esquina de la cama del mayor, observando la habitación que solía visitar a menudo y el gran ventanal que era su lugar favorito por los increíbles atardeceres que alcanzaba a observar. Se preguntaba si extrañaría más la comodidad que Heeseung le brindaba o al mismo Heeseung, y quizás el hecho de no encontrar respuesta, era la evidencia que necesitaba para no pensar tanto si aquella era la decisión correcta.

— ¿Cuando te irás definitivamente? —preguntó cortando el silencio de aquella habitación y provocando que Heeseung detuviera sus movimientos y girara hacia él.

— En tres días. —murmuró en respuesta con una pequeña e incómoda sonrisa.— ¿Estás bien?

— Oh si, no te preocupes, creo que tomamos la mejor decisión.

Heeseung arqueó una ceja y asintió en silencio dándole la razón a su ahora ex novio pelirosa.

No volvieron a hablar por varios minutos, dejando que la habitación se sumiera en un calmado silencio que los desconcertaba a ambos por igual. Nunca pensaron que de terminar, su ruptura iba a ser en tan buenos términos. Sin embargo, ahí se encontraban, priorizando la valiosa amistad antes que un simple romance, como ellos lo habían llamado.

Un leve golpe contra el ventanal sacó al pelirosa de sus pensamientos, obligándolo a llevar su vista hasta la fuente del repetitivo sonido y encontrándose con que había comenzado a nevar.

Era la primera nevada del año.

— Debería irme a casa, se está haciendo muy tarde. —Sunoo se levantó y tomó el abrigo que había dejado en una esquina de la habitación junto a la mochila que siempre llevaba consigo.

Heeseung detuvo sus movimientos y dejó la maleta a un lado para levantarse y observar al pelirosa que ya estaba listo para salir por la puerta de su habitación. Estuvo a punto de ofrecerse a llevarlo, de no ser porque la vista de Sunoo se fijó una vez más en el ventanal y esta vez Heeseung la siguió.

— Sunoo, está nevando. —murmuró concentrado en los pequeños copos de nieve que caían por su ventana.

— Es la primera nevada del año. —Sunoo soltó un suspiro sintiéndose levemente incómodo y la vista de Heeseung volvió a concentrarse en él.— Debería irme.

Ambos habían esperado por aquel momento desde que habían comenzado su relación, y es que el invierno era su época favorita del año por lo tanto la idea de pasar la primera nevada juntos y que su amor durara por la eternidad, sonaba como un plan perfecto.

Pero habían terminado una hora atrás y ahora era incómodo.

— No, claro que no. —contestó el mayor y acomodó su cabello antes de continuar hablando.— Deberíamos bajar y ver la nieve juntos.

— ¿Qué sentido tiene eso, Heeseung? Seguimos siendo amigos pero tal vez sea incómodo y...

— Esperamos por este momento, ¿No podemos disfrutarlo y aplazar para mañana la incomodidad de la ruptura?— El pelinegro lo interrumpió y tomó su mano para entrelazarla con la suya.— Será divertido.

El pelirosa lo pensó por un momento, meditando si realmente valía la pena el esfuerzo de compartir un último momento de pareja con quién ya no volvería a compartir un vínculo así, pero al final aceptó. Tal vez lo convenció la sonrisa de Heeseung emocionado, o tal vez muy en el fondo, no quería dejarlo ir ni acabar con aquella relación.

Heeseung tomó su abrigo en cuanto vió el asentimiento del menor y volvió a tomar su mano para entrelazarla con la de él. Salieron del departamento con rapidez y bajaron hasta salir del edificio.

El aire frío chocó contra sus rostros y ambos sonrieron mientras sentían la nieve caer sobre sus cabezas y comenzar a teñir de blanco sus alrededores. Fue cuestión de tiempo para comenzar a jugar con el otro bajo la nieve, se sonreían, corrían y hacían pequeñas figuras de nieve. Parecía que habían olvidado la incómoda conversación que habían tenido dos horas antes.

Y no sólo parecía, de hecho, la habían olvidado. Fue más que evidente cuando Heeseung atrajo a Sunoo por la cintura y capturó sus labios en un beso lento y suave que el menor correspondió de inmediato.

— Por favor quédate esta noche. —Murmuró Heeseung sobre los labios del más bajo en cuanto se separaron.

Sunoo asintió levemente con una sonrisa, sintiendo sus mejillas sonrojarse y su corazón agitarse en contra de su voluntad, pero ignorandolo por su propio bienestar mental.

— Esta noche y se acabó. —Contestó pasando sus brazos hasta la nuca del más alto.— ¿De acuerdo?

— De acuerdo. —Asintió Heeseung sin alguna queja por lo que el pelirosa lo tomó del mentón y lo acercó a su rostro para volver a unir sus labios en otro beso.

Para ellos era su despedida, su último adiós como amantes en el escenario que siempre desearon tener como pareja, sin embargo, olvidaron que aquel mito urbano o leyenda, decía que si ves la primera nevada del año con tu pareja, su amor será para siempre, era un sello del destino.

Y nadie puede evitar o vencer al destino.

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