Se había hecho de noche. Me levanté y observé el celular, eran las once PM.
Decidí dar una vuelta afuera para distraerme.
Al salir, me encontré con un chico que no presencié cuando llegué. Estaba sentado en uno de los troncos que rodeaban la fogata encendida.
Se dio vuelta a verme. Tenía ojos azules y cabello rubio. Parecía más joven que los demás.
—Hola, ¿quieres sentarte?—Se veía amigable.
Bajé los dos escalones y me dirigí a donde se encontraba para sentarme a su lado.
—Soy Michael, ¿tu eres Jennifer, no?—En su mano tenía un palillo que clavaba un malvavisco tostado.
—Si, esa soy...—Sonreí.
—Tom nos habló mucho de ti, se nota que te tiene mucho cariño—Llevó el dulce a su boca—Te perdiste la fogata de esta noche.
Fruncí el ceño y torcí la cabeza.
—Todas las noches hacemos una fogata. Comemos, cantamos y nos reímos. Larry toca la guitarra, deberías venir.
—Suena bien—Extendí mis labios.
Levantó las cejas y me ofreció un malvavisco. Dije que así estaba bien.
—¿Eres el más pequeño del grupo?—Asintió.
—Si—Rió un poco—Tengo quince—Era más joven de lo que pensaba.
—¿Y...—Apoyé mis codos sobre mis rodillas y luego mi cabeza sobre mis puños—...como llegaste aquí?
Nuestras miradas conectaron por un momento, pero desvió la suya para mirar las llamas anaranjadas.
Relamió sus labios, parecía que pensaba en que decir—No tenía a donde ir—Me miró con aquellos ojos azules—Mi madre y mi padrastro me abandonaron unos días luego de la muerte de mi hermano. Él era el único que me protegió de aquel hombre, nos insultaba y siempre nos retaba aunque no hiciéramos algo. Una vez llegó a golpearme.
—¿Tu madre no hizo nada?—Negó con la cabeza.
—Supongo que tenía miedo de que le haga algo a ella también—Devolvió su mirada al fuego—Mi hermano se fue de vacaciones con amigos y murió en el viaje. Los chocaron. A mi padrastro ni siquiera le importó—Suspiró—Me comenzó a golpear todos los días...Hasta que convenció a mi mamá de abandonarme. Me dejaron tirado en un bar. Decidí ni siquiera intentar volver a mi casa porque sabía que ese ya no era mi hogar. Ahí fue cuando apareció Francisco—Una sonrisa se formó en su rostro—Me invitó una cena en el bar y luego me ofreció vivir aquí, los chicos me integraron muy bien. Este es mi hogar ahora—Sus ojos azules, brillosos e iluminados por la única luz que era la del fuego, miraron a mis ojos marrones.
Me quedé impactada con su historia. Con tan solo quince años, era muy joven para todo esto.
—Eres muy fuerte Michael—Posé mi mano en su hombro—Tu hermano debe estar muy orgulloso de ti—Formó una sonrisa de costado.
—¿Y tú por qué decidiste venir?—Ahora era mi turno de contar mi historia.
—Nunca tuve una buena relación con mis papás—Abracé mis rodillas para resguardarme un poco del frío que nos brindó la brisa que acarició nuestras espaldas—Siempre peleaban y me maltrataban. Cada vez que podía escapaba de casa porque era un infierno estar allí, iba con Tom. Me sentía bien con él, me hacía feliz. Algo que nunca pude ser dentro de aquella casa. Sentía que él era mi lugar seguro—Me percaté de que mi mirada se había quedado pausada en aquellas llamas—Lo siento, eso es tonto.
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PROFUGOS
Teen FictionCuando una chica decide unirse a una supuesta secta para liberarse del maltrato de sus padres, se encuentra con algo que creía que nunca iba a encontrar, un hogar. Pero cuando pensaba que todo marchaba a la perfección, ocurre una tragedia y para ven...