Aquel que no proviene de este mundo ni de ningún otro, aquel que es una irregularidad, aquel que nace de la destrucción, aquel que es el terror mismo encarnado, aquel fue un accidente, uno muy pero muy catastrófico que nunca debió suceder, pero un s...
El infinito mundo del más allá, dónde las almas eran juzgadas por un ser con una apariencia cuánto menos extraña, podría decirse que parecía un ogro de gran tamaño, piel rojiza y barba negra, dentro de un enorme palacio sobres las nubes amarillas de aquel gran mundo el cual era llamado "el más allá", Enma~Sama, el juez que decidía el destino de las almas que llegaban a sus dominios mediantes sus acciones, en un tiempo estuvo siendo amenazado por un ser de absurdo poder, capaz de destruir el universo entero si este se lo proponía, nacido de la maldad de las almas en penas que no podían redimirse, gracias a un inconveniente accidente o más bien al descuido de un joven ogro quien era el responsable de cuidar y asegurarse que está máquina funcionará de manera correcta, por culpa de este descuido la máquina llegó a un punto en el cual no podía más y estalló frente al joven ogro, liberando a todas las almas malevolas que aun no eran purificadas tomándolo como recipiente, gracias a este nació el demonio conocido como Janemba, aunque su apariencia podría parecer chistosa a simple vista, su poder sin embargo era monstruoso, aunque su apariencia parecía inocente, era un total riesgo para el universo, formado a partir de toda estás almas con un solo objetivo, buscar purgar todo el infierno de aquel mundo paralelo, su sola presencia alteró el curso del más allá, encerrando al único que podía controlar y juzgar las almas en una prision aparentemente indestructible con la forma de un caramelo para más humillación de este, como consecuencia de este encierro las almas que fueron condenadas al infierno resucitarían para desatar el caos, antiguos y poderosos villanos que fueron derrotados anteriormente por los protectores y guerreros de la tierra, habían vuelto a la vída en forma de espectros.
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Pero dicen que, "Después de la tormenta viene la calma", yo no estaría muy seguro de eso, se supone que con la derrota del responsable de todo este desastre, todo se solucionaría, puesto que su presencia misma era una anomalia para el infierno y para la tierra de lo vivos, pero nada se había solucionado, absolutamente nada, los muertos seguían haciendo desastres en la tierra de los vivos, nuestros guerreros hacían lo que podían para defender a lo inocentes, pero simplemente era complicado con el hecho de que ellos no dejaban de llegar, no importa como o cuántas veces acabarán con los muertos, ellos siempre regresaban nuevamente.
El Saiyajin criado en la tierra, salvador del universo en diversas ocasiones junto con el principe de los Saiyajines tuvieron que unir mente y cuerpo, para poder hacerle frente al poderoso ser que había puesto de cabeza el más allá y la tierra de los vivos con su presencia, pero incluso en su derrota las cosas no parecían haber cambiado en lo más mínimo, la fusión que tuvieron que hacer, por fin se acabaría, separando a ambos guerreros a su estado normal, viendo con suma cautela, todo esto era extraño, se supone que neutrailizaron la amenaza, cómo era posible que este lugar siga de esa manera.
-.Toma mi mano-. Dijo Goku con un tono claramente serio poniendo su dedo índice y medio en su frente.
Dicho comentario tomaría por sorpresa a su rival quien notaría la expresión sería del Saiyajin, no era tiempo para jugar ni de hacer bromas estúpidas, quizás no tomándolo de la mano por su orgullo Saiyajin pero si tomándolo del hombro, siendo teletransportado de manera instantánea al enorme palacio perteneciente al juez enma~sama.
