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-Bien - sonrió la rubia - este es el plan.

Ella y los dos pequeños se susurraban cosas. Jessie odiaba a Harry en parte por qué el era bonito e independiente- algo que su padre nunca le permitiría- y la otra razón: Jessie temía perder a su padre, que Harry pudiera arrebatárselo a ella y a sus dos pequeños hermanos.

- Gracias Matty. Saluda a tu hermano de mi parte - se escucho desde la puerta principal.

Jessie sonrió y se dirigió con sus dos pequeños hermanos fuera de la cocina hasta Harry, quién sonreía.

-¡Bien chicos a comer! - Exclamó Harry. Trataba de ser amable. Los niños se miraron entre sí. Con una mirada de complicidad.

- ¡Ya! - grito Jessie la mayor. Los dos niños comenzaron a arrojar la salsa de tomate hacía su cara, en su preciosa camisa y en sus asombrosos botines de tacón.

- ¡Basta! - Exclamó Harry, mientras alza ambas manos. Los niños ríen sin parar. Mientras Jessie sonríe con arrogancia. - ¡Con eso se come la pizza! - chillo. La salsa se terminó y Harry se quito un poco de sus párpados, antes de que entrará a sus ojos.

- Sí, chico salsa tómate - río Ross. Harry solo miró sus zapatos y su camisa. Sonrió son ansiedad.

- Está camisa es de Gucci - Decía Harry a punto de estallar - y estos - señaló sus zapatos. Los niños aún lo miraban con gracia - ¡Prada!

- Podemos arreglarlo - se encogió de hombros Alex. Harry entorno sus ojos verdes.

- ¿Tienen una varita o tres mil dólares? - Harry colocó sus manos en la cintura, mientras el pequeño pensaba.

- No. Pero papá tiene dinero - sonrió Alex.

- Claro tú papá - suspiro Harry con frustración - Coman. Voy a cambiarme - miró su camisa con asco y luego se marchó. Jessie sonrió.

- Vengan esos cinco - murmuró con una sonrisa. Los niños sonrieron y chocaron las palmas.

Harry se había bañado y puedo su cómoda pijama. Parecía que los niños estaban calmados. Se encontraban sentados en la sala, frente al televisor de cincuenta pulgadas, buscando canales en la programación por cable.

-¿Y la pizza?

- Se terminó - contestó una Ross sarcástica. Harry suspiró.

- Bien - se acostó en el sillón, mientras miraba como los niños cambiaban de canales .

Hasta que Alex llegó a la programación: más diez y ocho. Harry abrió los ojos como platos y de un salto se puso de pié quitándole a un confundido de Alex el control remoto y apagando el aparato.

-Sublime - río Jessie en el sofá. Harry paso una mano por su brillante cabello.

- No acostumbro a invitar niños - se excusó.

- Es obvio que no - se burló Jessie.

- ¡El señor bigotes desapareció!

Chilló la pequeña Ross. Harry la miro confundido, se acomodo en el sillón y la miró intrigado.

-¿Quién es el señor bigotes?

- Su hámster - dijo Alex. Harry abrió sus ojos asustado.

- ¡Encuéntralo! - gritó alarmado. Harry no era muy fanático de los roedores. Jessie río.

- ¡Ahí está! - grito Ross. Harry grito con todas sus fuerzas, al sentir el animal entre sus pies descalzos. Subió rápidamente a la mesa del centro.

- ¡Atrápalo, Atrápalo! - exclamó con horror. Ross puedo atraparlo y lo tomo con sus manitas.

- No vuelvas hacerlo bigotes - lo reprimió. El animalito era pequeño y de un bonito color café muy claro. Harry suspiro con alivio, colocando en su corazón palpitante.

- ¿¡Por qué rayos trajiste una rata a mi casa!?

- Porque es mi amigo. Él único - murmuró Ross con algo de nostalgia.

- Buen trabajo - se quejo Jessie, corrió a abrazar a su hermanita.

Harry se sintió incómodo, hasta inútil con la situación, una bizarra situación. Pero la verdad él no era material para este tipo de cosas, los niños no eran su fuerte, además lo odiaban. Haber aceptado cuidarlos fue un gran error.

-¡El señor bigotes de ha vuelto a escapar! - chilló de nuevo la pequeña Ross. Harry volvió a subirse a la mesa con temor. ¡En qué se había metido!

𝗧𝗵𝗲 𝗸𝗶𝗱𝘀 | 𝗹.𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora