Un destino peor que la muerte...

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Las guerras... Estas famosas destructoras de pueblos, ciudades, campos, países y continentes, que causan daños por doquier, y a millones de familias. Donde no hay opción más que aferrarse a la idea de asesinar a la persona que está frente a ti, o ser un cobarde y perder la vida con tu propia arma y puño. Ahí donde la sangre abunda, y los traumas no dejan de asechar a los sobrevivientes con recuerdos aterradores y macabros... Eso es una guerra, maldad pura que aumenta con cada acción, que da como resultado la vida, o la muerte de quien la enfrenta.

ㅤTe presento a Jonathan, un soldado de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, quien está en pleno campo de batalla, en un sacrificio por su querido país. País que no conocerá su nombre, país que tiene millones de personas iguales a Jonathan luchando contra otro territorio, sin importar las bajas que realice, sin importar los cartchos que gaste, su querido país seguirá viéndolo como un simple soldado más. Pero no estoy acá para hablar de la injusta infravaloración que tendrán los miles de soldados luchando, sino del futuro atro que se acerca cada vez más a Jonathan.

ㅤOh Jonathan... Desde pequeño fuiste criado en una casa grande, con padres cariñosos y poco estrictos. Te permitían lo que quisieras, respetaban tus decisiones, eras libre de disfrutar lo que te gustaba, ¿qué te ha traído hasta acá? ¿Acaso fue la propuesta de haber sido reclutado para el ejército? ¿Suerte o maldición? Siempre te fascinó el tema de participar en la guerra y dar la vida por el país. Puede que no vieras la realidad, y no pensaras en el sufrimiento que hay detrás, pero acá estás...

ㅤAño 1917, son las 3:42 de la mañana, Estados Unidos. Un pequeño campamento provisional en el que unos soldados descansan, y así reponer sus fuerzas en caso de una inminente batalla al día siguiente. Era una madrugada tranquila, se escuchaba algún que otro animal nocturno, las pequeñas luciérnagas adornaban con puntos luminosos la zona, y se lograba observar el manto estrellado, junto a la luna que adorna tal espectáculo. Sin embargo, momentos después, bajo el inmenso universo, todo cambiaría, y ese hermoso brillo de la luna sería opacado por el humo, tiñéndola de rojo por el fuego de un gran proyectil de mortero que impacta justo en el campamento. Los enemigos aprovecharon su descanso para atacarles por sorpresa. Ahí estaba Jonathan, el chico del que ya hablé anteriormente, quien al oír la explosión, junto a todos los soldados, se levantan de inmediato un tanto aturdidos por la falta de energía y el reoentino ataque.

ㅤCada uno agarra su casco que estaba puesto sobre el respaldar de la cama, y seguidamente el arma que estaba a un costado, salen sin perder ni un momento, y para su desgracia, están rodeados de una pared de fuego. Jonathan, como el intrépido y valiente joven que era, decide tomar el riesgo de ir delante, y servir de guía para sus compañeros. Rápidamente, entre todo ese caos, se alejan de la base, acercándose a una pequeña colina y así llegar a un pequeño valle directo a una ciudad devastada, con casas y edificios para resguardarse.

ㅤNuevamente, el aterrador sonido de un cañón es escuchado a las lejanías y un misil más impacta a espaldas de los soldados. Jonathan, debido a la explosión cae propulsado en un arbusto con espinas, pero con un esfuerzo logra salir de ahí. Al ver sus espaldas, se percata de cómo todos sus compañeros están tirados en el suelo, aún vivos, pero demasiado débiles como para seguir. Uno de ellos le incentiva continuar, pues vio a las tropas enemigas acercarse, el chico obedece y se dirige corriendo a la cima de la colina. Y, al llegar al punto máximo, nota un ardor en su pierna, tan pronto como se escucha un escalofriante estallido; y al mismo tiempo, intuye que la bala de un francotirador perforó su tobillo, cayendo cuesta abajo por la colina.

ㅤAl llegar hasta el final, su arma cae a tres metros de él, Jonathan arrastrándose con un horrible dolor, intenta alcanzar su arma, mientras sufre y se queja fuertemente del dolor cada que mueve su pierna. Por fin logra alcanzar su arma, y persiste en continuar avanzando unos pocos metros más. Se percata de un objeto metálico debajo suyo, pero su mente no da para más que pensar en unos trozos de chatarra o escombros. Hasta que después de atravesar estas partes metálicas, siente un alivio extraño, como si todo su equipamiento fuera una almohada, y el dolor en su pie desapareciera junto al de sus moretones.

ㅤViendo hacia el frente, la silueta de los edificios destruidos por la cantidad de explosiones a culpa de la guerra, sale a la luz. Jonathan intenta continuar, sin embargo, pese a sentirse liviano, no puede moverse, como si estuviera atado a algo, simplemente puede escuchar a su alrededor los gritos de instrucciones que dan los enemigos a su alrededor. Aún puede ver, mas no mover su cabeza, como si estuviera encerrado dentro de su propio cuerpo. Escucha a unos soldado hablar, estos aterrados decían: “¡Diablos! ¿¡Qué le ha pasado!? ¿Sigue vivo…?”. De pronto, sus ojos observan un brillo, el mismo se hace más intenso cada vez, hasta que bloquea completamente su vista, al mismo tiempo, escucha un pitido ensordecedor que resuena en toda cabeza. Trata de pedir ayuda, está gritando con todas sus fuerzas, ahogándose y quedándose sin aire, pero lamentablemente son gritos atados en su interior, y nada de esto sale de su boca. Segundos después, su mente está en blanco, y cae inconsciente.

Es aquí donde te pregunto a ti… ¿Era esto lo que Jonathan quería? ¿Ir a la guerra para acabar así? Tal vez te preguntes si nuestro valiente protagonista del que he hablado en todo este relato ha muerto. Déjame decirte que no. Su destino puede que sea peor que la muerte, pues desde ese día, sigue con vida después de más de treinta años. La guerra acabó, salieron victoriosos y Alemania cedió a la rendición, muchas personas en los Estados Unidos recuerda a los valientes soldados que se adentraron en esta guerra, estos intrépidos aventureros, pilotos y artilleros ahora tienen un nombre con un monumento en su preciado país. Jonathan quería esto, sin embargo… puede que no en la manera que lo están recordando en este día.

¿De qué estás hablando? Te podrás preguntar. Si bien Jonathan no murió como estos otros soldados, tuvo un destino peor que la muerte, el cual es quedar atrapado dentro de su cuerpo, sin poder caminar, saltar, correr, olfatear, escuchar, observar, ni siquiera puede agarrar objetos, y no lo digo por algún tipo de ceguera o quedara parapléjico, sino por quedar sin brazos y piernas. Suena horripilante, ¿No? este destino maldito con el que terminó nuestro personaje en este relato, perdiendo todos sus sentidos, extremidades y prácticamente quedando muerto en físico, pero vivo y consiente de su sufrimiento, todo esto por esos supuestos pedazos de chatarra, que en realidad era una mina terrestre.

¿Puede esto ser posible? La verdad, cuesta creerlo, suena a una historia ficticia, pero, según relatos de algunos soldados, mitos y “leyendas” entre las comunidades, corre una historia sobre un soldado el cual sobrevivió a una mina terrestre durante la Primera Guerra Mundial, teniendo el mismo destino que nuestro protagonista. Mi hesitación no deja de aumentar cada que pienso en el tema, mas no significa que sea real o verdadero, simplemente todo mi trabajo y escrito es un relato de un mito.

El Infierno de JonathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora