Mientras me empezaba a quedar dormido llegaron a mi cabeza varios recuerdos de mi infancia, unos que otros eran graciosos, otros eran extraños, y otros deseaba olvidarlos. Recordé a mi abuela. Ella era una persona muy obstinada, tenía muchos sueños frustrados, entre ellos ver que todos sus hijos se convirtieran en valiosas personas para la sociedad, cosa que no se cumplió, probablemente por la forma en que los educó. Viví con mi abuela varios años, y puedo resumirlo en gritos, días complicados, pocos momentos felices y la escuela.
Entre tantos pensamientos logré conciliar el sueño, pero no duró mucho. Dormí unas cuantas horas, cuando quien parecía ser el dueño del cambuche en el que estaba llegó. Me agarró de los pies y me sacó de un tirón, instantáneamente me desperté asustado y lo miré a los ojos. Era un chico como de mi edad, ojos marrones, cabello castaño, media estatura y una peculiar cicatriz en la mejilla derecha. Al ver mi cara de susto se rió un poco y me dijo con un tono sarcástico:
- ¿Y tú...? ¿Te echaron de tu casa o te perdiste?
Me levanté del suelo y lo miré fijamente, luego le dije con la voz entre cortada:
- Ehh... Perdón... Sí, me perdí...
El chico se volvió a reír, claramente sabía que estaba mintiendo, tal vez estaba acostumbrado a tratar con gente mentirosa.
- ¡Ja!... No me creas tonto, estás mintiendo, ¿Qué hiciste, robaste, te atraparon fumando o te cansaste de tus papás...?
Cuando el chico me mencionó lo último, solo agaché la cabeza y algunas lágrimas se me escaparon. El chico se dio la vuelta y dijo:
- Al parecer fue peor que eso, pero ven conmigo, al fin y al cabo no tienes a dónde ir.
- Pero... ¿Cómo podrías tú saber eso?
- Apareciste en mi cambuche a la mitad de la noche, hasta un tonto podría saber que no tienes idea de a dónde ir, y eso que no soy muy inteligente que digamos.
Me sentí patético cuando el chico me dijo tales cosas, mi pregunta fue estúpida. Pero al final accedí a ir con él a un parque cercano, eran alrededor de las dos de la mañana, y el chico con sus conocidos aprovechaban la hora para comer y pasar un buen rato.
Cuando llegué al lugar, me senté en el suelo un poco alejado de los demás habitantes de calle que estaban ahí, formaron un círculo y en el medio prendieron una pequeña fogata que iluminaba como un farol antigüo. Ellos solo me miraron de arriba para abajo.
El chico sacó una bolsa de dulces que tenía en el bolsillo y los repartió a todos los que estábamos, incluyéndome. El chico luego les dijo a todos:
- Buenas noches o... ¿Buenos días...? Bueno, eso no importa, tenemos una cara nueva.
Luego me miró a los ojos y me preguntó si podía presentarme y contar el motivo por el que estaba allí. Solo tragué saliva y empecé a hablar:
- Ehh, hola, mi nombre es Isaac, tengo quince años y estoy aquí porque...
En ese instante sentía que no podía hablar por mis ganas de llorar y por el miedo a ser juzgado, pero me dije a mí mismo que todos ellos estaban allí por una razón. Todos han realizado algo terrible para estar en ese punto, como yo. Entonces me armé de coraje y dije:
- Maté a mis padres, y ahora estoy aquí.
Todos se quedaron atónitos en ese momento. Los observé mientras mis ojos se humedecían, de nuevo. El chico me miró y me dijo con voz calmada y con un tono de tristeza:
- Mi nombre es Carl... Tengo diecisiete... Y... Yo no tengo idea de por qué estoy aquí, desde que tengo memoria he estado en las calles, probablemente me abandonaron cuando tenía edad suficiente para "cuidarme solo"... Pero bueno... Dime, ¿cuál fue la razón para hacer lo que hiciste? Si lloraste al contarlo, quiere decir que no fue con demasiada intención...
Agaché de nuevo la cabeza y le revelé que no tenía idea de cómo fue que cometí el crimen del que hablé. Mi cabeza no daba con la respuesta, lo cual me inquietó mucho, al punto de morderme las uñas por la ansiedad.
Hablé un buen rato con Carl, me presentó a varias personas que estaban reunidas con nosotros, me habló de varias experiencias buenas y malas que le había tocado vivir estando en las calles casi toda su vida, me sorprendí mucho, sobre todo cuando me habló de las peleas por territorios, simplemente escalofriante. Pero él luego me habló de alguien en específico, me describió un sujeto que nunca iba a las reuniones al frente de la fogata que realizaban, tampoco lo veía mucho en las calles, pero no le importaba eso, pues el sujeto casi todos los días llegaba a medio día con bastante comida para él (Carl) y algunos otros habitantes de calle, lo que a Carl le parecía muy bueno.
Me sorprendí mucho, porque a pesar de que esas personas no tuvieran buena fama ante los ojos de las "personas normales", tenían buen corazón, no todos, pero lo tenían.
El último tema del que hablamos fue del cómo me escapé de la casa de mi tío Albert, y de inmediato Carl me dijo que si tenía un lugar al cual llegar, no me negara ni me escapara, pues las calles son un lugar cruel y despiadado con quiénes la subestimaban. Entonces acordamos ir a la casa de mi tío cuando el día se pusiera, no supe cómo sentirme con eso, pero sabía que era la mejor opción.
Ya cuando el cielo daba los primeros indicios de que amanecería, todos nos fuimos del lugar. Carl me prestó una cobija rota y maloliente para que durmiera a un lado de su cambuche, me pareció un gesto muy humilde y bueno. Entre mi cansancio y enormes ganas de dormir, sonreí levemente pensando en la suerte que tuve al toparme con alguien como Carl, sobre todo conociendo la situación en la que me encontraba. Ahí comprendí a la perfección que es completamente irracional juzgar sólo por las simples apariencias, porque aunque Carl no poseía cosas materiales, tenía bondad, y para mí fue lo que más importó.
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La vida de Isaac
Tajemnica / ThrillerA Isaac, un adolescente con una cotidianidad relativamente normal, le cambia la vida de un día para otro, pues sus padres son asesinados por él en extrañas circunstancias, o eso es lo que Isaac cree.