Siempre has estado a mi lado en cada paso del camino, sosteniendo mi mano, calmando mis lágrimas, curando mis heridas, guiando me por la vida con tus sabios consejos.
Siempre estás cuando más te necesito, salvando mis días cómo un caballero de brillante armadura, apoyándome y enseñándome como ser mejor cada día.
Siempre estarás conmigo hasta el final de mis días y no importa que la vida decida separarnos, siempre estarás en mi corazón, porque tu amor es incondicional.
Y si Dios me concediera el deseo de volver a nacer, solo le pedirá una cosa, que tú vuelvas a ser mi Madre.