día dos.

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Haerin empezó a abrir sus ojos con algo de pereza, movió su cabeza observando la hora en el reloj en la mesa de noche de la mayor, eran las once de la mañana. Suspiró con pereza y refregó su mejilla contra el fuerte pecho de la alfa antes de levantarse, o intentarlo.

Al intentar sentarse en la cama volvió a caer sobre el pecho de Danielle, frunció el ceño y ahí se percató del fuerte agarre en su cintura. La pelinegra la tenía atrapada y se veía que no tenía intenciones de soltarla, con cuidado tomó el brazo de la alfa y despacio la empezó a despegar de su cuerpo, teniendo un pequeño espasmo debido al susto por escuchar un pequeño gruñido de la dormida alfa.

Finalmente logró escapar de sus brazos, la verdad no quería separarse porque se sentía muy cómoda, luego de lavar su rostro y dientes fue hasta la cocina a preparar el desayuno para ambas.

Mientras Haerin se movía por la cocina, la alfa empezó a despertar. Palpó la cama y se alarmó al no sentir a su omega con ella, eso la puso en alerta. Todo rastro de sueño desapareció y salió volando de la cama con una cosa en mente.

Proteger a omega.

Haerin se dio media vuelta mientras revolvía el jugo con el supresor triturado, el darse la vuelta dio un salto al ver a la alfa parada en el umbral de la puerta completamente seria mirándola fijamente, con una pequeña sonrisa dejó el vaso sobre la mesa.

-Ya despertaste, el desayuno esta listo-Su sonrisa se empezó a borrar a medida que la alfa se acercaba-¿Pasa alg...?

No pudo terminar de hablar porque Danielle la tomó de las mejillas apretándolas haciendo que sus labios formen un piquito inconsciente. La pelinegra movía su cabeza para todos lados verificando si estaba herida, para arriba, abajo y a los lados. También olfateó su cuello verificando que no tenga el aroma de otro alfa, frunció el ceño y abrazó a la omega aplastando su mejilla contra su pecho.

Haerin no entendía nada, no se esperaba esa reacción de la alfa y menos que soltara feromonas para impregnarle su aroma.

Mía. Omega mía.

-Sí, amor, soy tuya-Habló con algo de dificultad.

Dani no la soltó por diez minutos, diez minutos apresado por los brazos de la alfa. Al desayunar también tuvo que sentarse en su regazo y aceptar los mimos que esta le hacía en su cabello o cintura. Y estaría mintiendo si dijera que no le gustaba.

A eso de las cinco de la tarde, Haerin se encontraba acostada en la cama de la alfa leyendo un libro mientras la alfa daba vueltas por el departamento haciendo quién sabe qué, intentó comunicarse con Nayeon pero era imposible, se ve que no tenía señal así que iba a tener que descubrir las cosas sola. Alzó la vista del libro al ver a la alfa parada en la puerta observándola con un pequeño puchero en sus carnosos labios.

-¿Qué sucede, Dani?-Pregunta dejando el libro de lado.

La alfa caminó hasta la cama, gateó hasta la omega y apoyó su cabeza en su pecho refregando su mejilla mientras pasaba una de sus piernas sobre las suyas soltando un suspiro de satisfacción.

Omega...

Haerin sonrió con ternura-Ah, ya veo... Quieres mimos.

Subió una de sus manos hasta el cabello oscuro de la alfa, enredado sus dedos y dando pequeñas caricias, mientras que con su otra mano acariciaba su muslo que estaba arriba de sus piernas. Juraba que podía escuchar a la alfa ronronear levemente y como su respiración se volvía más pesada y tranquila, se había dormido en su pecho.

Apretó sus labios y cerró sus ojos tratando de no gritar y patalear por lo tierno que le resultaba eso. Como la mejilla ajena se abultaba y se refregaba acercándose más a su cuerpo buscando calor.

𝗖𝗨𝗜𝗗𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗔 𝗠𝗢 𝗗𝗔𝗡𝗜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora