Fate: Sabor de Valkyrias

Capítulo 39: Una bufanda para tu cisne

"Muy bien Valquirias, ¡hagan fila!" Sigrùn envió el pedido a su red. Para los forasteros, no fue más que una mirada severa lo que los hizo moverse en uno de los muchos jardines de Asgard, bajo un cielo estrellado adornado por las raíces del Árbol del Mundo.

Thrùd se colocó entre Eir y Geirdriful. Las Valquirias mantuvieron su postura erguida, con las cabezas mirando hacia los dos dioses frente a ellas.

Su padre, Odín, y su hijo Thor. En teoría, era su hermano. Sin embargo, su estatus estaba tan por encima de ellos que, en comparación, las chicas bien podrían ser sirvientas comunes.

Odín tenía su único ojo medio cerrado y miraba a su alto y ancho hijo con cierto desdén.

"Está bien. Tuviste la oportunidad de tener una hija, pero fallaste", su voz ronca pero incomprensiblemente fuerte resonó en el área, sacudiendo a las Valquirias hasta lo más profundo. Después de todo, estaba en su sistema tener miedo de la ira del Padre de Todo. "Ahora elige".

A pesar del aparente insulto, Thor simplemente se cruzó de brazos.

"Muy bien."

No recordaba mucho después de eso, pero un conjunto de palabras se repetían en su mente cada vez que dormía, abriéndole la cabeza como si fuera una migraña.

"Me gusta ésta. Es más fuerte que las demás".

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Ella no era como Brynhildr.

Ella no era tan fuerte, no era tan sabia.

Ella tampoco era tan libre de albedrío ni tan emocional como ella.

Ella era Thrùd, una Valquiria orgullosa y tranquila.

Ella no sabía sobre el amor. Incluso cuando alguna otra invocación de ella lo hizo, ella no era esa sombra.

Repetir todo eso en su cabeza como un mantra no detuvo los rápidos latidos de su corazón ni la sensación en el pecho que le recordaba un vacío.

Experimentó todo esto mientras esperaba pacientemente fuera del simulador, vestida con su habitual atuendo de batalla.

Ella dejó escapar un suspiro.

Cómo deseaba poder consultar a sus hermanas, pero habían acordado permanecer fuera de la red hasta que cada una hubiera entregado su regalo.

No es que necesitara que la consolaran. Ella era la que consolaba a los demás, como la hermana mayor después de Brynhildr y Sigrùn.

Agarró el sobre en el que estaba su regalo, pensando en dárselo, imaginando su aprecio, nerviosismo o desdén como si estuviera analizando una batalla.

Le ardía la cabeza al pensar en los buenos resultados y se le enfriaba al pensar en los malos resultados.

Como Servant, no podía predecir el destino. No como ella misma. Por tanto, el futuro era una incógnita. Bueno, el camino era una incógnita, porque el resultado final sería siempre el mismo. Valkyrie Thrúd se convertiría en...

La puerta junto a la que estaba sentada se abrió, haciendo que su corazón casi se detuviera.

Se reprendió a sí misma por una demostración tan débil.

Emiya salió. No pareció darse cuenta de lo que lo rodeaba.

"Emiya", dijo. Volvió la cabeza y abrió mucho los ojos.

"Thrùd. Tú también estás aquí", dijo.

Ella asintió. "Afirmativo. Cada uno de nosotros acordó darte un regalo".