Clorinde's POV.

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Los dedos de Navia se tuercen, sosteniendo mi camisa de vestir como si su vida dependiera de ello.

Siento la pared de losa helar mi nuca que solo es cubierta por mechones de pelo que ya han empezado a empaparse en sudor.

Sostengo su cintura, trayéndola más cerca a mi izquierda para evitar caerme del lavamanos donde solo apoyo la mitad de mi cuerpo.

Toma solo segundos para que la lengua de Navia se cuele a través de mis labios y se tome su tiempo para explorarme por dentro.

—Navia, Navia, Navia, deberíamos parar —. Intento girar mi cuello después de hablar, evitando sus labios.

Una mentira blanca, que no destaca en absoluto sobre el apasionado rojo del momento. Quizás no deberíamos parar. Quizás no quiero parar. Pero pobre de ella, pobre de la mujer más bella de Fontaine en un baño conmigo.

—No —. Lo directo de su respuesta hace que todas mis (falsas) dudas se aclaren y sirvan para tapar el arrepentimiento por algún minuto. 

Navia toma mi mentón y devuelve mi rostro hacia su dirección, con una caricia que desearía fuera un arañazo de sus encantadoras manos.

—No va a pasar nada, tranquila. Solo un par más —. Vuelve a poner sus labios en los míos con la misma hambre que antes y, esta vez, no duda ni pide permiso a la hora de intentar conectar su lengua con la mía.

Y dejo que lo haga, por supuesto.

Dejo que me dé un poco de ese placer que tengo merecidamente desmerecido.

Con vergüenza y asco, me dejo sostener por ella. Dejo que me dé besos incoherentes, que empiezan y terminan según el aire que permanezca en nuestros pulmones.

Beso los labios que tanto amo mientras, por dentro, pido a gritos que me odien una vez más. Pidiéndoles que entren en razón, que vuelvan a las ofensas y palabras frías como afilado metal.

Porque, de alguna forma, no soy capaz de sentir menos amor por ellos, ni puedo sentir un mínimo de simpatía por mí misma.

~

—¿Ese es el labial de Sigewinne? —. Navia dejó su rizador de pestañas justo al lado del lavabo, y me miró con una destacable curiosidad.

—¿Sí, lo es?, ¿quieres probarlo? —. Giré para verla a ella, ofreciéndole el maquillaje en mi mano.

—No, no, gracias. No es de mis colores —dijo, poniendo sus manos frente a su pecho y negando con cierta vergüenza.

Pude haberme reído de ella en ese momento.

—No mientas, Navia, todo te queda bien —. Mis palabras no pasaron por ningún filtro. Navia mentía, Navia no tenía una idea de que sus ojos levantaban y tranquilizaban tormentas en su eterna belleza.

Insistí, acercándole una vez más el labial.

En los labios de Navia se escribió una sonrisa que declaraba una derrota, a la par que se le fue un suspiro y cerró los ojos, cediéndome una última victoria.

—Es tuyo, creo que al menos deberías ponértelo antes —añadió después de agarrar el pintalabios con la mano derecha y se dispuso a dar un paso hacia adelante.

Respiré del aire espesa y caliente que el baño había empezado a acumular. Se acercó con pasos dolorosamente lentos y yo la esperé, al borde de apoyarme contra la pared detrás de mí.

—¿Puedo? —dice. Pregunta irónica cuando ya tiene su mano izquierda sosteniendo mi barbilla, levantándola para ver mis labios y la mano que agarraba el maquillaje se posaba sobre esta misma, preparada para pintar.

Con los ojos cerrados sin fuerza, asentí.

Tomé aire mil veces, sin importar lo difícil que fuera hacer pasar cualquier cosa por mi pecho, con mi corazón latiendo con tanta fuerza. Un sentimiento que satelizaba entre la fina línea que hay entre el romance y el nerviosismo pasaba por mi piel como una descarga eléctrica cada vez que mis labios sufrían un contacto.

Navia pasaba varias veces por el mismo lugar y usaba solo la fuerza necesaria como para hacerme sentir roces fantasmas que se sentían tan leves como si no estuvieran ahí.

~

Termino por aceptar la situación. Me quedo quieta, dejándome besar por ella, sabiendo que solo nos rompemos con cada toque.

Ella se tortura a sí misma y yo peleo con una culpa roja y espesa que jamás va a limpiarse de la tela de mis ropas.

La forma en la que Navia sostiene mi camisa se vuelve débil y temblorosa, mientras sus besos pierden toda la intensidad anterior.

—Lo siento, Clorinde —murmura y corta el beso, bajando su cabeza.

Escucho su voz quebrada y me doy cuenta de que, como tantas veces, soy la culpable de sus angustias, que jamás volvería a ser algo que le produjera felicidad otra vez.

—No me robes las palabras, Navia —respondo y me ahorro las ganas de escupir otra disculpa, igual a las miles que he rogado en el pasado. Disculpas que no tiene por qué darme y, aun así, su corazón me ha cedido con una benevolencia mentirosa que solo espera tranquilizarme.

—Mereces más —dice y puedo sentir que un nudo crece en el centro de mi garganta.

—No merezco nada, Navia —replico, mientras, sin darme cuenta, se me tensa el cuerpo, al borde de temblar—. Tú mereces un padre y tu padre merecía justicia real.

Aun así, sabía que ninguna disculpa podría sacarme ningún peso de los hombros. Que ninguna disculpa iba a limpiar mi consciencia del daño que le hice a Navia ni del insulto al respeto y honor de Calas que cometí.

—Clorinde, no digas eso —. Puedo darme cuenta de que este discurso solo indaga más en su herida, echa sal y alcohol a esta, como si careciera de cualquier tipo de empatía por ella.

Pero es una verdad que tiene que ser dicha, lastimando a Navia como parece mi existencia está destinada a hacer hasta que me corte de raíz.

—La Spina nunca mereció perder su brillo, mucho menos alguien tan honorable como lo fue el señor Calas. Sin embargo, bañada en sangre inocente, brillé y sigo brillando. Es repugnante.

Sangre que ninguna disculpa va a lavar, ni va a cegarme tanto como para hacerme perdonarme a mí misma.

HOLA, PASÓ CASI UN MES, PERO ESTABA TAN EMOCIONADE CUANDO PUBLIQUÉ ESTO QUE PUSE EL BANNER DE NOTA DE AUTOR, PERO NO LA NOTA, KEKDKSNSJS

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HOLA, PASÓ CASI UN MES, PERO ESTABA TAN EMOCIONADE CUANDO PUBLIQUÉ ESTO QUE PUSE EL BANNER DE NOTA DE AUTOR, PERO NO LA NOTA, KEKDKSNSJS.

En fin, era esto nomás, KEQEANNSNSNS.

En fin, era esto nomás, KEQEANNSNSNS

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Labial ; Clorivia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora