Capítulo 4. El Sudor de 3 Noches

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Shin sintió la sangre palpitar a través de ella, escuchó su corazón latiendo en sus oídos. Pero ella no podía decir por qué.


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Sabine paseaba por su celda. La meditación no estaba funcionando.
La habitación era demasiado pequeña, su ropa apestaba. Todo el barco vibró con el viaje. Ella nunca encontraría el equilibrio en un lugar como este.



Ah el verdadero Jedi encuentra el equilibrio incluso en las circunstancias más difíciles, casi pudo oír a Ahsoka.

Ahsoka...

Bueno, Sabine no era una verdadera Jedi. Si todos hubieran aceptado eso desde el principio, tal vez ella no estaría en este lío.








Sabine había decidido tumbarse en la delgada franja de asientos e intentar dormir cuando escuchó fuertes pasos desde afuera. Alguien marchaba hacia ella y ese alguien no estaba contento.

La puerta se abrió y ante ella, luciendo nerviosa y con el cabello curiosamente fuera de lugar, estaba Shin Hati.

'Wren. Arriba'

Su posibilidad de salir de la celda.
Sabine intentó encontrar algunas palabras inteligentes para ocultar su alivio.
'Bien, bien...'
Ella fallo.



Shin la guío a través de pasillos sinuosos. Sabine intentó tomar nota: tres guardias apostados aquí; ¿la iluminación del piso indica algo de importancia, una posible ruta hacia el puente? Pero le dolía todo el cuerpo y su mente estaba intranquila. Y Shin caminaba como si llegara tarde.

'¿Puedes reducir la velocidad? - pregunto Sabine

Ella se giro en el acto - Si no puedes seguirme ahora, Wren, sera mejor que te acuestes y mueras, y nos ahorres a ambas algo de tiempo.


Sabine miró fijamente los deslumbrantes ojos verdes hiperespaciales de Shin, con la boca abierta.
Rápidamente como un rayo, Shin se alejo de nuevo. Sabine se apresuró a seguir el ritmo.

-Espera aquí - dijo Shin. Sabine permaneció en el pasillo mientras Shin desaparecía en una habitación. Sabine logró vislumbrar brevemente un cama sin sábanas y algunos muebles mas en una habitación austera. Parecía que nadie había pensado que el viaje podría durar tanto.

Shin salió, con un bulto en sus brazos, y se fue furiosa de nuevo. Sabine la siguió, sabiendo que no debía decir nada.

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Finalmente, el camino de Shin los llevó a una habitación grande y abierta. Si bien todavía se veían los brillantes dorados y naranjas del resto del barco, la luz no era tan deslumbrante como otros lugares.
Sobre el duro suelo, se había extendido algo parecido a sábanas.
Había sido un trabajo apresurado: los espacios entre la tela dejaban ver el duro suelo dorado que había debajo.
Pero claramente disponía un cuadrado dentro del rectángulo más grande de la habitación.

-¿Qué es esto, tu dojo? - Preguntó Sabine, con una sonrisa.
Ella se encontró con toda la fuerza de la mirada de Shin. - Dijiste que querías entrenar ¿no?
'Yo...' dijo Sabine desconcertada. 'Supongo que si.'

-Entonces tendrás que lidiar con condiciones que no son óptimas - menciono Shin de manera tosca - Aquí - Puso el bulto que llevaba en las manos de Sabine.

Era un montón de telas y ropa. Sabine la miró con una ceja levantada.

-¿Oh la Padawan quiere sudar más con el único conjunto de ropa que trajo consigo?

Sabine la miro confundida. -Eso es... sorprendentemente reflexivo.

Shin rodó los ojos - Cámbiate - Se dio la vuelta y comenzó a quitarse partes de su armadura, colocandolas a lo largo de la pared.
-¿Cómo aquí o...? - Preguntó Sabine.
-Me importa menos que tú. - dijo Shin con desinterés y cierto nerviosismo que pasaba desapercibido por la omega.

Sabine se alejó unos pasos de los de aquella alfa y examino la ropa. Parecía que encajaría bien, ropa interior y una túnica básica como la que esperaría de un Jedi.
Nada de colorido ni interesante de ninguna manera. Andrajoso y cosido. Nada de eso remplazaba lo que le habían quitado tan pronto como saltaron al hiperespacio, pero mejor que el traje de tres días con el que había maldecido, sudado y dormido.

-¿Ya casi terminas? - escucho la voz de Shin. Era evidente que la otra mujer no estaba mirando, pensó Sabine con cierto alivio. - Solo dame un minuto. - menciono Sabine.

Se desvistió y vistió lo más rápido que pudo. Le sorprendió lo bien que le quedaba la ropa (seguramente era de aquella alfa), no perfectamente, pero bien. Y se sentía bien tener ropa limpia, incluso si ella misma se sentía empapada en sudor de tres días.

Sabine se giro y vio a la otra mujer parada al otro lado de las sábanas, todavía de cara a la pared. Estaba apretando y aflojando los puños. La impaciencia irradiaba de ella y algo más. Algo que Sabine no podía identificar. Quizas si tuviera la Fuerza, podria haberla identificado, pero... No la tenía.

-Estoy lista - dijo Sabine

Shin se giro y la miró desde el otro lado de las sábanas.
Miro la pila de ropa usada como si una rata de Loth acabara de entrar y procedío a orinar en aquel conjunto
-Puedo quemarlo para ti si quieres. - opino Shin

-No te atrevas! - siseó Sabine. Shin se encogió de hombros y dio un paso hacia la alfombra improvisada.
Sabine hizo lo mismo.

-Ahora bien - menciono la alfa, con las manos levantadas en puños - Muestrame tu temple. Mandaloriana.
















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Háganle caso a mi amigo Ezra

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Háganle caso a mi amigo Ezra.





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Dos Veces Mordido(Adaptación) Wolfwren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora