III

51 7 18
                                    

Un suelo húmedo y con olor a pescado no sería mi primera elección al querer elegir una cama, pero había tenido peores.

Me levanté del suelo, mis músculos quejándose mientras me desperezaba.

Definitivamente había tenido peores, dormir dentro de un ducto de ventilación se llevaba el premio.

Eché un vistazo a mi alrededor, encontrando a Artemis acurrucada junto a el barril de agua donde se encontraba Lily.

Verlas tan pacíficas me hacía doler el corazón.
Por más que los archivos y papeles del laboratorio digan que eran experimentos, realmente eran personas.

Arranqué el motor del barco nuevamente, masticando vagamente otra de las barras energéticas que había robado de la máquina expendedora.

Después de todo esto, me premiaría con un buen estofado, o tal vez una hamburguesa con papas fritas.

Me preguntaba qué clase de comida le gustaría a Artemis mientras caminaba fuera de la cabina, sacando el ancla con cierta dificultad.

El frío de la mañana me ayudó a despabilarme, tiritando de frío mientras volvía al interior del barco, fijando nuestra ruta con el timón.

No fue hasta dentro de unas horas, que Artemis despertó, estirando sus cuatro brazos mientras bostezaba.

-Buemnos diash, Lolan. -Dijo, las luces en su cerebro aún sin encender del todo.

-Buenos días. -Repetí, agachándome junto a ella -¿Dormiste bien?

-Mmno. -Murmuró, antes de levantarse.

Me había olvidado de la diferencia de tamaños, era fácilmente más alta que yo, casi rozando el techo de la cabina.

-¿Sabes cuánto nos falta para llegar? -Preguntó, echando un vistazo por la ventana de la cabina.

Eché vistazo al tablero del barco, viendo como el medidor de combustible estaba por poco más de la mitad.

-Aún nos falta bastante. -Dije rascando mi cabeza.
-Puedes seguir durmiendo si quieres.

-Estoy bien.
-Necesito estar despierta si viene el gobierno.

-Claro.
-Gracias, Artemis. -Dije, ocultando una risa.

El sonido del mar sobre el motor se sentía reconfortante, me daban ganas de volver a dormir pero sabía perfectamente lo que pasaría.

-Oye, Artemis.

-¿Si?

-...
-¿Qué te gustaría hacer cuando lleguemos a la ciudad? -Pregunté curioso.

-Pues...
-Realmente no lo sé. -Dijo, encogiéndose de hombros.
-Me quedaré contigo.

-Ya veo..
-Yo tampoco sé lo que haré -Admití, negando con la cabeza.
-Creo que escondernos del gobierno será difícil.

-Yo te protegeré, Roland. -Dijo Artemis con una sonrisa de oreja a oreja.

-Mm.
-Ustedes valdrían mucho dinero, si es que se enteran de su existencia.

-...
-¿Qué quieres decir con eso, Roland? -Preguntó Artemis, con un extraño tono de tristeza.
-Nos...
-¿Nos venderás al gobierno?

-¿¡Qué?!
-No, no... -Dije intentando calmar a la polilla.

El sonido del agua cayendo al suelo me sobresaltó, mirando de inmediato al barril con agua.

-Explícate, Roland. -Murmuró Lily, apoyada en el borde del barril, con una expresión furiosa en el rostro.

Suspiré, pinchandome la nariz con dos dedos.

LepidopteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora