Capitulo 02.

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Maryna Blackwood.

—¿Jamás te han dicho la peculiaridad que hay en tus ojos? —susurra a mi oído.—. Tus ojos y tú tienen más en común de lo que te imaginas. Ambos están dañados. —deja salir una risilla aturdida y empieza a rasgar mi vestido como lo ha hecho desde aquella noche. Cada noche, sin excepción de un día. Ya no me molesto en gritar o tratar de zafarme. Es inútil. No serviría y de nada funcionaría. Aún así me llegara escuchar alguien, ella en seguida justificaría que lo que él me ha hecho, ha sido porque yo me lo he buscado o inventaría una nueva mentira más como suele hacer.

Mi infierno comenzó el día en que falleció mi mamá. Mi tía se quedó conmigo, ya que era el único familiar que tenía, la abuela falleció unos años después de morir mi madre. Mi mamá y mi tía no solían llevarse bien, más bien, se odiaban la una a la otra. Y todo porque al separarse los abuelos, cada uno se quedó con una hija, mi tía quería quedarse con la abuela, pero la abuela ya había pedido la custodia de mi madre, por lo que mi tía terminó yéndose a vivir con el abuelo a una casita de remolque, ya que antes de envejecer el abuelo, pertenecía a una pandilla callejera. No era la mejor opción, pero que un papá se quedase con ambas niñas no estaba en discusión para ellos. Eso me contó mamá, tal vez fue a partir de ahí que desde entonces nació toda esa rabia de mi tía hacia nosotras. Todo porque la abuela se eligió a mamá y no a ella. Y tal vez yo le recuerde un poco a ella, pero no es mi culpa.

Juro que no lo es.

Mi tía me llevó con ella y desde aquel día, mi vida ha sido una completa tortura.

Yo tenía mil capacidades en mí, pero él se encargó de no dejar ni una.

La noche en que huí de ese lugar. La que se suponía que era mi casa. Pude sentir paz, pero no pude evitar llorar. Se sentía como si la niña que jugaba a las muñecas llorara todo el camino devuelta a casa luego de tener el peor día de su vida. No porque los extrañara o por lo que había hecho antes de escapar. Sino, porque me sentía tan sola otra vez, después de mucho tiempo deseaba un abrazo de mamá, mientras que me susurrara al oído que todo iba a estar bien y que pase lo que pase estaría conmigo para protegerme.

Yo estaba allí en frente de la casa, cubierta con una sudadera con capucha de color negro, mientras que sujetaba fuerte y bruscamente una mochila que traía cosas mías dentro. Mezclada entre la multitud de la gente, podía ver que ya había llegado una patrulla de policías y una ambulancia. En ningún momento bajé la guardia u olvidé estar atenta de que no me llegara a notar alguien. Estuve allí sólo hasta el momento en donde sacaron los cuerpos embalsamados y clausuraron todo el lugar. Mientras que por otro lado, los agentes y detectives del lugar les pedían a las personas que se retirarán del lugar de la escena, pero eso fue parte de lo que había pasado aquella noche.

Me di la vuelta y giré mi vista por encima de mi hombro para ver aquella casa desvanecerse por una última vez, y empezar a caminar. Dejando atrás aquel lugar.

[]

—¿Estás preparada? —me pregunta Eric.
Eric es un amigo. El único de hecho. Nos conocemos desde pequeños, así que lo considero como si fuese mi familia.

—Estoy lista. —le contesto.

—Entonces sal y demuéstrales a los jueces que eres la mejor patinadora sobre hielo que ha pisado este puto planeta.

Termino de atarme los cuerdas del patín y salgo a la pista de hielo.

Y mientras estaba en medio de la pista, por más que intentaba no pensar en lo que pasaría después, intenté bloquear ese pensamiento. Ella jamás me daba permiso para salir a patinar, a nada, sólo me quería trabajando para llevarle dinero a ella, o en la casa haciendo el quehacer.

El último invierno. [SG. Estaciones parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora