—Toma, bebé— murmuré, acercando una papa frita hasta la boca de Ji, alargando un aaah hasta que se dignó a obedecer, sin despegar su vista y manos de nuestro proyecto de química.
Luego de pasar tremenda vergüenza con el profesor Kim al llegar casi veinte minutos después de que haya dado inicio a su clase, y registrarnos como pareja para el trabajo en equipos que asignó, Jisung preguntó a su madre, artesana, si tenía madera de sobra.
La idea era cortar pequeños cuadros, pintarlos de una serie de colores y ordenarlos, simulando la tabla periódica, siendo esta la temática de la actividad.
A pesar de que debíamos entregarlo a finales del parcial que venía dando inicio, mi mejor amigo era un responsable de mierda, así que se dedicó a secuestrarme cada tarde desde que terminamos evaluaciones la semana pasada.
"Para que, como no piensas ayudarme con el trabajo pesado, pinche perro desobligado, por lo menos me sirvas de esclavo personal", excusó, intentando disimular el hecho de que no puede vivir sin mí.
Jisung sabía lo básico para tratar madera, pues dedicaba parte de su tiempo a ayudar a su familia materna —su única familia, los Han—, creando esas esculturas un tanto exóticas que nos rodeaban en el taller de su casa.
—Eh, cabrón, ¿por qué te tardas tanto?
Su reclamo me sacó del pequeño trance en que me metí por un momento.
—El diablo está viendo directo a mis ojos—me excusé, regresando para seguir alimentándole. Ahí realmente me sentía observado por las figuras.
—Así me sentí con el profe Kim. El viejo se carga unas vibras...—se retorció inconscientemente ante el recuerdo—. Entiendo porqué la gente se salta sus clases.
—¿Viste que hoy mi niño precioso y Seo no llegaron?
—Está medio raro, eh. A principio de semestre no perdían una clase ni porque cayeran pitos del cielo.
—Ni digas nada, que eres igual.
A la mañana siguiente, mientras organizaba mis cuadernos para las materias del miércoles y me decidía entre llevar mi cabello amarrado o dejarlo suelto, recibí unos cuantos mensajes de Jisung, pidiendo en mayúsculas que me apurara a recogerlo porque la señora Han quería saludarme y eso significaba veinte minutos de chisme mañanero.
—ES QUE POR QUÉ LE SEGUISTE LA PLÁTICA. Voy a perder la bendición del profe Seo por impuntual. Ya me lo había ganado... —suspiró el castaño, con una expresión de frustración—. A veces pienso que Dios odia a los gays.
Lo sujeté del cuello de su sudadera negra cuando, sin dejar de caminar, cubrió su rostro con su antebrazo, para dirigirle nuevamente a la acera.
Jisung era un descuidado para andar en las calles, por lo que debía estar cerca para cuidarlo cada mañana entre semana, pues jamás aceptó mi propuesta de ponerle una correa.
Llegando al instituto, seguimos el camino más corto para llegar al laboratorio, aunque igual resultó tardado, pues era uno de los más ocultos.
—Ya cállate, pues. Lo que pasa es que estás celoso de que tu mami me quiere más a mí—respondí cuando llegamos a un pasillo menos concurrido.
—Cállate tú, pedazo de diarrea cuajada. Si sigues así te encierro con Yang en los baños meados y... Profesor Seo, buen día.
Verga.
Su voz temblorosa provocó me atragantara con mi carcajada, deteniendo nuestros pasos a medio pasillo. El maestro de inglés era un hombre que imponía respeto con sólo su mirada, por lo que, con la espalda recta, Jisung decidió tomar palabra por ambos.
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they ; 𝗷𝗲𝗼𝗻𝗴𝗹𝗶𝘅
FanfictionFelix gusta de Jeongin. Jeongin, como el ser más introvertido, se centra más en sus propios asuntos para notarlo siquiera. Por culpa del demonio en su hombro (su mejor amigo, Jisung), Felix accede a intentar acercarse. Quizá Jeongin le de una oportu...