Scarf

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Amable.

Fue lo único que pudo pensar cuando Atsushi le envolvió con una bufanda el cuello. Demasiado amable.

-Tú la necesitas más que yo- le dijo haciendo ademán de quitarse la prenda. En un principio fue su error no llevar bufanda, tenía que pagar las consecuencias de su descuido. Fue tonto. Sin embargo, Atsushi estaba dispuesto a prestarle la suya sin problema alguno. Tan dispuesto que ni siquiera le preguntó si la quería, simplemente se la envolvió en el cuello cuando se percató que temblaba ligeramente intentando, vanamente, cubrir su cuello con las solapas del saco. Fue un acto tan intimo, tan familiar que sintió la piel en su espalda erizarse.

No merecía ese tipo de cariño, ese tipo de familiaridad le eran desconocidos y pocas veces sabía cómo corresponderlos.

-Estoy bien- afirmó el albino- no tengo mucho que hacer hoy, solo informes y trabajo de oficina, en cambio tú tienes que salir a la calle.

Ambos miraron la calle, los copos de nieve caían desde las nubes blanquecinas que se arrebolaban por debajo del cielo. Era un día blanco, casi gris, frío y cortante. De esos días donde se puede sentir el rechinar de la piel, donde los poros cometen suicido y mueren como flores secas. Atsushi tenía razón, él iba a salir, iría a un sin fin de lugares, pero, no sentía
eso fuera correcto. No quería llevarse su bufanda y dejarlo en frío por un descuido tonto, por algo en l o que solo él tenía la culpa.

-No quiero ser el responsable si te enfermas- arguyó en un nuevo intento de sacarse la bufanda y dejársela antes de irse.

Atsushi lo detuvo, una vez más, sosteniendo sus dos manos y deshaciéndose de la tela para entrecruzar sus dedos.

-Déjatela- le dijo en un tono parecido a una orden, mas, sus ojos brillaban como si le pidiera una súplica, el púrpura de su pupila dibujaba copos de nieve cayendo del cielo y derritiéndose en una ligera calidez, ese punto perfecto entre frío y calor- Te queda bien.

No entendió a qué venia dentro de la conversación su apariencia física con la función de la bufanda hasta que Atsushi le dió un rápido beso. Corto y superficial, apenas un roce entre labios. Pero lo suficientemente sincero y cariñoso como para dejar su cabeza en una interferencia de radio por un segundo, o tal vez más que un segundo. No quiso seguir debatiendo.

Había descubierto que Atsushi últimamente terminaba sus disputas de esa manera. Y le enfurecía caer en ese truco tan viejo y clásico, pero no podía negar que poseía cierto encanto. Era ese tipo de cosas que entumecían su interior al descubrir algo nuevo, una forma de decir te quiero de una manera pacífica. Él jamás sería capaz de hacer algo así, era demasiado arisco y cerrado con sus sentimientos para demostrar amor de esa manera. No, su manera era justamente preocupándose por el bienestar del otro, por eso con los ojos bajos e un intento de regular su respiración para que el color de su cara no cambiara en lo absoluto, llevó sus manos entrelazadas hasta sus mejillas.

-Estás muy frío- le dijo en un tono que él mismo se desconocía, tan bajo que parecía delicado.

-Ya te dije que no importa, estaré todo el día en la oficina.

-Al menos déjame comprarte algo- el rostro de Atsushi se iluminó por un momento y luego se puso ligeramente rojo.

-No, no quiero molestarte...

-Tú ya me molestaste- le dijo sonriendo- me toca molestarte.

El tigre asintió, y desvió la mirada en una turbia vergüenza, era tan trasparente que casi podía escuchar sus pensamientos en voz alta. No quería molestar y no sabía que debería pedir para no sobre pasar el favor de la bufanda. Seguro al final le terminaría pidiendo un chicle o algo así. Lo besó en la mejilla mordiendo un poco su piel gélida.

Scarf and moonlight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora