«🪻»

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Yuji aún recuerda el dia de su boda. Era un día muy feliz. Su familia estaba ahí, sus amigos, incluso sus maestros estaban ahí. Recuerda sentir una explosión de emociones: felicidad, nervios, ansias por estar al fin al lado de Sukuna, pero sobre todo amor.

Jin le sonreía a su hijo. —Te ves bien, mi niño. — dijo, aunque Yuji rió ante el apodo pues su niño de veinticinco años estaba apunto de casarse. El traje blanco que entre él, Nobara y Choso buscaron horas y horas hasta encontrar el perfecto. Jin le ofreció su brazo y aguantandose las lágrimas, Yuji le sonrió tiernamente antes de tomar su brazo y dejar que Jin lo llevara al altar.

Sukuna, vestido de traje negro, lo esperaba con una sonrisa. La que lo había enamorado y Yuji podía sentir aquel cosquilleo cuando lo vio. Cuando Yuji llegó al altar, Sukuna le agarró las manos. —Te ves hermoso. — susurro Sukuna con una sonrisa a medias y una mirada llena de cariño.

Yuji sintió sus mejillas arder y con una sonrisa tímida le respondió: —Tu te ves tan guapo.

La ceremonia procedió. Yaga era el oficiante, Yuta y Rika eran los niños de las flores, Choso lloraba mares junto con Aoi, Uraume trajo los anillos. Yuji lo recordaba con tanta claridad. Aún podía sentir aquel beso firme pero apasionado que Sukuna le dio para finalizar la ceremonia.

Yuji era tan feliz en ese momento.

—¿¡Acaso no puedes hacer nada bien, mocoso!?

Hasta que ya no lo fue.

«🪻»

Yuji sabía que Sukuna no eran un santo, después de todo de quien Yuji se había enamorado era de un tipico chico malo. Más sin embargo, no espero que Sukuna llegara a ser tan extremo en su erratico comportamiento. La vida de casados de Yuji se torno frustrante, estresante a mas no poder. Tenía que soportar los gritos, las quejas, que cada que llegara Sukuna borracho este se le antojara poner la casa patas arriba.

Yuji estaba cansado y aún asi, lo amaba. Yuji era paciente, como siempre lo ha sido. Lo ha perdonado incontable veces que ni Choso ni Nobara se nolestan en decirle que se divorcie. Yuji siempre despedia a Sukuna antes de que este se fuera a trabajar y lo esperaba cuando llegaba de casa. Aunque Yuji se preocupaba de si le fuera infiel por llegar siempre tan tarde y cansado del trabajo que ni caricias le puede proporcionar, aún así Yuji no pedía el divorcio.

Porque Yuji no quería dejar a Sukuna solo o tal vez, él odiaba estar solo y se negaba rotundamente a dejarlo porque Sukuna era el único que lo soportaba con todo y con dependencia. Yuji ya no estaba seguro.

Yuji ya no estaba seguro de nada desde hace tres años.

«🪻»

Empezo el día de su cumpleaños, cuando a Sukuna se le había olvidado por enecima vez. Yuji estaba llorando cuando tocaron a su puerta, Yuji se seco las lagrimas y abrió la puerta. —Paquete para Yuji Itadori.

Itadori. Aquel apellido al que renunció.

—Soy yo, pero...

—¡Firme aquí! — exclamó el cartero. Yuji firmo, sin ganas de pelear. El cartero le entregó un ramito de violetas junto con una carta. —¡Buen día!

Yuji parpadeó dos veces. Su corazón se aceleró. ¿Será? pensó Yuji. Sukuna había olvidado su cumpleaños, pero ¿tal vez se acordó después de todo? Sin embargo, la carta no tenia remitente. —¡Disculpe! — Yuji trato de llamar de nuevo al cartero, pero este ya estaba subiendose al camión y empezo a alejarse. —Ah... bueno, supongo que puedo preguntarle otro día.

Yuji entró a la casa, puso el ramito en un florero y se echó en la cama que compartía con Sukuna, carta en mano. —¿De quien será? — Yuji pregunto en voz alta, inspeccionando el sobre por segunda vez. Esperando que un nombre o dirección aparecieran por arte de magia. Sin nada más que hacer, Yuji abrió la carta. La leyó antes de soltar un pequeño jadeo de sorpresa ante el contenido.

Ramito de Violetas《SUKUITA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora