•Capítulo 1 - Un recorte de la realidad se manifiesta.

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Magnificar defectos y errores, anticiparse a un futuro negativo, etiquetarse y buscar la perfección llevan a tener una auto valoración negativa.

Solo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar en tu propio corazón, porque quien mira hacia afuera sueña y quien mira hacia adentro despierta. 

Y así pues, en esta época difícilmente podías rodearte o siquiera emparejarte como en los viejos tiempos. Si, hablo de la época donde no era muy necesario amarse uno mismo, pues tu pareja te cuidaba o tenía almenos ese deber. Para ser específico no había tantas dificultades de acercarse a alguien como ahora. Me pregunto... ¿desde cuando se perdió aquella linda costumbre en que las personas sabían cortejar? era eso o yo no eh entendido aún si estaba bien hacerlo.

Tomé las palomitas y comencé a masticar, la película había comenzado y cerré los ojos por un momento. Una vez a la semana voy a cine y disfruto mucho asumir la idea de que puedo permitirme esto sin sentir la soledad que años antes me abrumaba.

Abrí los ojos y suspiré profundamente para comenzar a prestar atención cuando sentí el ligero movimiento de personas acomodándose en la parte trasera de mi butaca y luego sentí el peso de los pies sobre mi asiento, me erguí pensando que no debería ser tan pequeño como para pasar desapercibido esperando que la persona que lo había hecho se percatara de mi incomodidad(no lo hiso) a los 4 minutos golpeó el respaldar, esta vez me volví y pedí casi en un susurro que porfavor dejará de molestar, era difícil poder observar su rostro pero llegué a ver cómo puso los ojos en blanco, se trataba de un joven que estaba acompañado. Una señorita a su costado me pidió que no lo molestara, me indigné aún más, me volví hacia la silueta de cabello rizado que fue lo segundo que pude discernir en la oscuridad y cambié de asiento aprovechando la escasez de gente. 

Cuando había terminado la función las luces se prendieron, me levanté y tomé mi fuente con la basura, sacudí de manera delicada el asiento y pude sentir el peso de la mirada de aquel chico que yacía 4 asientos más lejos cuando me volví lo sorprendí observándome. Yo torci los labios y me marché. De camino a casa conversé con mi mente, "típico chibolo mimado"— dije,  pensé en el equilibrio y como eso aplicaba a lo sucedido hoy que era justo un momento desagradable por todos esos días en que disfruté demasiado la tranquilidad y sonreí por el final de mis delirantes ideas.

El trabajo me mantenía ocupado, cada paso que daba me hacía volar através de las mesas, caminando por los pasillos tan estrechos debido a las personas que se convierten en paredes de laberintos cuando toman asiento de manera aleatoria, aquella presión es lo que hace sentir tan familiar el restaurante. Me considero muy buen mesero y de cierto modo administro muy bien el negocio heredado por mi madre, una mujer emblemática que me enseñó a trabajar puesto que por nuestra antigua situación no pude siquiera comenzar alguna carrera. Poco a poco me adapté a este ámbito y la ayudé de todas las formas que pude hasta que falleció. Mi madre será un ejemplo a seguir ya que a pesar de las adversidades encontró la manera de salir adelante sin verse vulnerable, sonreía demasiado e incluso hacia bromas. Me niego a pensar que ella también trabajaba mucho para evitar pensar en si misma o en la soledad que la seguía porque de lo contrario eso también me había heredado.

Las trabajadoras se quedaron conmigo después de su muerte, hemos formado una alianza donde nos tratamos como iguales pese a ser mayores que yo me muestran su respeto.

Cuando el horario laboral terminaba subía al piso más alto de mi casa, tendía una frazada en el suelo, me acostaba e intentaba llorar(lo cual siempre era un fracaso) hasta que me quedaba dormido.

Por la mañana luego de llegar del mercado me apresuré con la limpieza del local, las chicas habían hecho la mayor parte así que solo me quedaba ambientar, prendí el difusor eléctrico y coloqué el aroma a pino. No es propio de mí observar a las personas y por ello no me percaté de su apariencia, debido a la escasez de clientes yo tomé asiento en la caja ubicada en la barra de madera y cogí mi copia de Eclipse cuando me llamó la atención como aquel chico jugaba con la comida sobre todo su expresión y lo sorprendido que estaba por el plato. Pude decirle que eso sí se podía comer, sonreí de pensarlo y volví a mis páginas. Pasado un buen rato suspiré y cerré el libro, ¿quién no se enamoraría de los celos de Edward? —pensé, cuando el joven se acercó a pagar.

Las barreras de una vida alternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora