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Notas: Primero, cambiamos de perspectiva mis amores. Segundo, en este capítulo habrán ocs, por si algunos nombres no cuadran con el canon.

El suave golpe que hacían las suelas de sus zapatos eran el único sonido audible en el pasillo del lugar, mientras caminaba con pasos torpes y lentos, el pequeño niño sujetaba con firmeza la parte inferior de su camiseta blanca.

Sus ojitos color azul claro estaban cristalinos, el pequeño Rami estaba aguantando las ganas de llorar qué se asomaban, quitan las pequeñas lágrimas de sus ojos.

El niño acababa de salir de una entrevista de adopción esa tarde, lamentablemente, no convenció a la pareja que ese día había llegado, lo cual, lo hizo sentir mal. Tenía siete años, era normal que otros niños no entendieran muy bien en donde se encontraban a esa edad, pero Rami no era de esos niños.

El estaba muy consciente del qué y por que estaba ahí, ya que el estuvo el día del accidente qué tuvieron sus padres. El sabia que la gente mayormente no adoptaba niños mayores de tres años, y lo sabia muy bien, ya que había sido rechazado por familias anteriormente.

Aún así, tenía la nula esperanza de ser adoptado, o si no se quedaría sin familia hasta tener la mayoría de edad.

Entro a una de las habitaciones del orfanato, en la cual dormían alrededor de tres niños más.

Con cautela se recostó en la fría cama donde dormía, mientras dejaba salir algunas lagrimas qué ya no podía retener.

Podía sonar exagerado, pero la mayoría de las cuidadoras del lugar le decían que aunque fuera un niño, se expresaba como alguien grande, nunca decían si se expresaba como un adulto o adolescente, así que siempre desconoció eso.

Aún así, es un niño pequeño, demasiado pequeño. Aun no sabe el sentido de una palabra u otra. Se considera un niño normal, incluso tiene una acción favorita, levantar los brazos cuando se emociona.

De repente, sus pensamientos fueron interrumpidos por un pesor en su cama justo al lado de él, al mirar quien era, noto a uno de sus amigos del lugar, Jack.

— ¿Que tienes, pequeña pulga? —le pregunto este, mientras Rami intentaba quitarse las lágrimas para disimular, lo cual, no le sirvió—. ¿Lo mismo que la otra vez? —volvió a preguntar Jack, a lo cual, vio el corto asentimiento del niño más pequeño.

Un suspiro salió de los labios del niño más grande, mientras daba pequeños golpecitos en el colchón de la cama, indicandole al pelinegro qué se acercara el, lo cual hizo, entre algunos pequeños sollozos.

Jack lo abrazo, un abrazo ligero pero cariñoso. Jack había sido de los primeros niños en acercarse a hablar con el, Rami, al principio parecía no tenerle confianza, pero luego le tomo cariño como si fuera su 'hermano mayor' como el lo llama.

De cierta manera, agradecía no haber sido adoptado aun, ya que quería seguir teniendo a su hermano de sangre no compartida con el. Pero había veces que realmente las parejas eran duras a la hora de rechazar la adopción.

— ¿No... No soy lo suficientemente buen niño? -dijo Rami acurrucado a un lado de Jack—. ¿No doy lo suficiente? —los sollozos del niño no paraban ni cesaban, era un tanto difícil calmarlo, Jack hacia lo posible por que dejara de llorar dándole caricias en la cabeza.

— Hey. —le llamo, haciendo que los ojitos azules le miraran—. No creas que es por eso, Rami. Eres el mejor niño que existe, creeme. Ellos son los idiotas qué no saben valorar a un niño bien portado, y prefieren a los llorones.

— Pero yo también soy llorón... Lloro siempre que salgo de una entrevista.

— Si... Pero tu lloras por una razón, ellos no, simplemente lloran por capricho. —hizo una mueca ante lo que dijo, logrando qué una risita saliera de Rami-. Escuchame bien, te adoptarán, lo veras. La próxima vez te irá bien.

Y quizás así sea, Jack siempre lo apoyaba, haciendo que la nula esperanza de ser adoptado qué tenía brillará más, logrando qué el siempre sonriera ante su apoyo.

— Ahora deja de llorar, iremos a dar un paseo. —dicho eso, Jack indico al otro niño que se subiera en su espalda, para llevarlo a caballito, cuando ya estaba listos, salieron de la habitación.

Unas semanas habían pasado ya desde la última entrevista de adopción qué había tenido. En ese momento se encontraba jugando con Jack y algunos otros niños en el patio del lugar, correteaban y lanzaban una pelota de goma como juego.

— ¡No es justo, Jack es más alto! —indignado dijo uno de los niños cuando se le arrebato la pelota otra vez.

— Claro que es justo, ¡estoy ayudando a la pulga! —dijo Jack en respuesta refiriéndose a Rami. 

— No soy una pulga.

— Si lo eres, una pulga diminuta y adorable. —sonrio con victoria al ver el puchero qué se formaba en el niño egipcio.

Por otro lado, en los pasillos del lugar; un matrimonio se paseaba por ahí, siendo guiados por una de las encargadas del lugar.

Jim y Freddie habían decidió ir a visitar aquel gran orfanato en Londres, no tenía mucha fama el lugar, pero sin duda se les hizo bonito, o a Freddie se le hizo bonito.

— Por el momento los niños están jugando en el patio, pueden verles desde aquí arriba. —sugirió la joven, haciéndose a un lado para que ambos hombres se acercaran a la venta a observar.

Sonrieron con dulzura al ver a las pequeñas criaturas corretear y jugar entre ellas. Freddie estaba encantado mirando a los pequeños seres, Jim, por otro lado, analizaba con detenimiento a cada niño, con una sonrisa en su rostro.

Freddie noto más alejado de donde estaban la mayoría, un grupito de niños que jugaban con un una pelota de goma. Miro a cada uno de los niños, sin embargo, la mirada del cantante se encontró con unos ojos color azul claro sumamente hermosos, eran como el cielo azul con un toque verdoso en el. Nunca había visto unos ojos tan lindos como esos, y al parecer, el niño también noto los ojos color café del adulto.

— Jim, ese niño. —Jim volteo a verle, y luego dirigió su mirada a donde si esposo le indicaba.

Miro al niño de cabello negro y ojos azules, el mirar del menor era un tanto inquietante y profundo, como si supiera la razón de porque lo veían. Noto que también el niño se acercó a otro más grande que el, ¿Será su amigo quizás?

— Disculpe. —llamaron a la encargada—. Ese niño de ahí, ¿Quién es? —pregunto Jim con interés, señalandole a la muchacha para que supiera a cual se refería.

— ¿El pequeño Rami? —sin saber, ambos asintieron al mismo tiempo—. Su nombre es Rami Said, se apellidaba Malek. Sus padres murieron en un accidente automovilístico, eran inmigrantes de egipto —explico con detenimiento, y con cierto sentimiento en su hablar—. ¿Les agrada?

— Si. —respondió de inmediato Freddie.

— Bien, haré una reunión con el niño para que lo conozcan, con permiso.

Cuando la joven se fue, la pareja de hombres se miraron entre sí, y luego miraron al niño. Sonrieron entre ellos, satisfechos por su visita.

@E𝐥𝚕ι𝚘ƚ.

Crianza || Jimercury.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora