Prólogo

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Una fría tarde de otoño, bajo los árboles anaranjados y llorosos se escuchó un llanto proveniente de una preciosa niña. Una niña recien nacida de ojos verdes y marrones, con  un cabello negro azabache, tan intenso como la sola y apagada oscuridad.

     En cambio los ojos de dicha niña rebosaban energía y alegría, adornados con una        sonrisa angelical que llenaba de luz la triste, apagada y tétrica habitación que la rodeaba, una habitación de paredes blancas de un color celestial, pero dicho color no era el que reinaba en la habitación.

    El rojo preside el lugar, un rojo intenso parecido al de las flores del infierno, dichas flores que se asociaban con la pérdida o añoranza de los seres queridos.

La niña se encontraba entre gritos desesperados, entre médicos dando vueltas al lugar intentando salvar el cuerpo que estaba tendido en la cama que se encontraba al lado del bebe.

    Pero ya era demasiado tarde, el cuerpo ya se encontraba sin vida, frío como un iceberg y sin un rastro de alegría en esos ojos verde esmeralda, su cabello rubio y rizado no tenía movimiento y su boca no formaba una sonrisa como siempre hacía. Ella ya estaba muerta y no tenía remedio ni cura. Debian rendirse y dejar de intentar algo imposible.

    La niña miraba de un extremo de la habitación al otro observando a las personas que la ocupaban, ella dejó de llorar ya que nadie le prestaba atención, nadie la abrazaba, nadie la acariciaba ni le daba la bienvenida a este nuevo y cruel mundo. Hasta que un niño de aproximadamente unos seis años de edad la cogió en brazos y la empezó a mecer en sus pequeños y delgados brazos mientras le hacía caras a la niña para que esta riera.

    En la sala entró un chico de una edad aproximada al que la mecía en sus brazos, quizás tendría un año o dos más que él. Pero el aura de ese chico era completamente diferente, detrás suya provenía una energía oscura, llena de odio y soberbia, un aura muy oscura para un niño de tan corta edad.

     Dicho niño miró el cuerpo tendido en la cama con desprecio y su boca se curvó en una sonrisa ladeada, luego guió su mirada hacia la niña y se acercó hacia ella lentamente.

       — ¿Ella es nuestra nueva hermana? No se si alabarle por haber conseguido matar a Amélie, o odiarla por que ahora su cuidado es responsabilidad de padre. — comento con una sonrisa ladeada en su rostro, pero sus ojos tenían una oscuridad atemorizante.

       — ¡Christophe! Ella era nuestra madre y está muerta a pocos centímetros nuestra. ¿Ni en su lecho de muerte vas a tenerle un mínimo de respeto? —

     El niño soltó una risa ahogada y se fue de la habitación. Minutos más tarde entró un hombre robusto, de una gran altura y que lucía con ropajes muy extravagantes, de colores vivaces y toques dorados por cada pequeño lugar de dichas ropas. El hombre tenía una mirada apagada y sorprendida cuando vio el cuerpo sobre la cama, cayó de rodillas al suelo y empezó a llorar desesperadamente mientras agarraba cuidadosamente la mano de la mujer que yacía muerta a su vera. A los pocos minutos el giro la mirada hacia el pequeño niño de cabellos dorados y el bebe que se encontraba en sus brazos. Su mirada pasó de tristeza a odio en cuanto se paro a mirar a la indefensa niña, este se levantó y fue directo a donde ella se encontraba.

       — Es ella, es el pequeño diablo que me arrancó de los brazos a mi preciosa mujer. Ese bebe no debería haber nacido, me da repugnancia y ganas de vomitar. Elliot suelta esa abominación ahora mismo. — mencionó con un gran desprecio.

       — Padre, ella es su hija. Madre dio su vida para que ella naciera, no debería tratarla de esa forma. — su voz abundaba el temor entre todas las emociones.

     Una fuerte mano impactó sobre el niño y resonó en toda la enorme sala haciendo eco. Elliot se quedó en el sitio sin decir una sola palabra y agarrando con más fuerza al bebe que observaba lo sucedido sin entender nada. Una ligera lágrima se posó sobre su frente ella miró la cara de su hermano y este estaba serio pero sus ojos decían lo contrario, no se entendía muy bien esa emoción ya que era una mezcla entre temor, tristeza y decepción.

       — Vete a tus aposentos Elliot y llévate le diable contigo. Ahora mismo. —

       — Sí padre. —

     Elliot fue a sus aposentos cargando a la niña, la acostó en su cama y él se sentó en los pies de esta y empezó a sollozar. Sus sollozos eran fuertes y resonaban en todo el lugar, la niña le observaba con curiosidad y empezó a hacer ruidos hasta que este se giró y le mostró una sonrisa forzada.

      — Lo siento mucho princesse, nuestro hogar no es el mejor de todos aun que revosemos de riquezas y poder… Pero te prometo por el dragón celestial que te daré una vida digna, la vida que madre le habría gustado darte si estuviera aquí.— una pequeña sonrisa ladeada se mostró en su rostro detrás de su tono entristecido.

       – Ahora que lo pienso padre no te puso un nombre princesse, asi que sere yo quien lo haga, dejame pensar uno acorde a tu bonita cara… Qué te parece… Nicolle Giselle, Nicolle porque serás la mujer que conduzca al reino a la victoria y Giselle porque seguro que serás una mujer fuerte como tu madre, ¿Que te parece, te gusta? —

     La niña empezó a sonreír y a reír. Lo que hizo que Elliot también esbozara una gran sonrisa. 

       — Oh, por lo que veo te gusto. Me alegra saberlo… Entonces bienvenida a este mundo petit Nicolle Giselle Bonnet. —



¡Hola joven bruja!
Os traigo el Prólogo de mi gran proyecto.

Espero que os llamé la atención y os interese la historia de Nicolle tanto como a mí.

¡Actualizaré todas las semanas los Domingos!

Espero que ames está historia tanto como yo, que apoyes a Nicolle en esta gran aventura y que estés preparada para las grandes desgracias que se aproximan sobre nuestro reino.

Una gran frontera está apunto de quebrarse y a su vez la paz de nuestro reino depende de un hilo.

Agradecería que votaran y comentaran para saber que la novela es de su gusto.

¡Nos vemos la próxima semana joven bruja!
¡La líder del aquellare se despide por hoy!

Bievenida al reino de Owrilon joven bruja.e.

Reino de Mentiras (Ryomengo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora