Me desperté con una sensación de vacío en mi pecho. Había dormido mal y el hecho de que me pitaran los oídos no ayudaba.
-Buenos días princesa.- Me saludó mi madre nada más despertarme.
-Hola mamá.
-Pareces cansada. ¿Te lo pasaste bien?
-No estaría cansada si tú no me hubieras obligado a ir.- Le reproché pareciendo más enfadada de lo que en realidad estaba.
-Bueno, pero estoy segura de que te divetiste.- Me dijo con una sonrisa. A continuación, me plantó un beso en la frente y se fue a su habitación.
-Hey campeona, viendo que cada vez te dan más ganas de salir... ¿Te vienes conmigo a casa de John?- Apareció Annie por detrás de la puerta.
-No habría nada que me ilusionara más que veros otra vez comiendoos el uno al otro... Pero verás, hoy tenía planeado ir a correr por el río. Lo siento como la que más.- En realidad, me encantaría ir a volver a ver a aquel cantante que me sedujo toda la noche, pero no estaba yo como para andar haciendo estupideces.
-Ya veo, ya... ¿Y quién te va a acompañar?¿Un fantasma?- Se sentó a mi lado mientras se reía.- Perdón, pero no puedo parar de reír ante la idea de tú corriendo toda sudada sin nadie con quién compartir tus dolores de oído.
-¿Nunca has escuchado que es mejor ir sola que mal acompañada? Pues ahí lo tienes.- Me levanté y me dirigí a mi habitación para colocarme un top y unos shorts deportivos y recogerme mi largo pelo rubio en una coleta.Salí dispuesta a alejarme de todo lo que me rodeaba con mi música al máximo volumen. Hacía tiempo que no iba a correr. Desde que me detectaron arritmia, el médico me recomendó hacer ejercicio. Y lo hacía, hasta que pasé el peor momento de mi vida y, desde entonces, como nunca he podido controlar bien el estrés, he tenido que tomar pastillas y dejar el patinaje artístico.
Cuando ya empezaba a encontrarme cansada, me encontré con la persona a la que más odiaba en éste mundo. Dean. El estúpido y cretino de Dean.
Rezé y rezé con la esperanza de que no me viese. Pero no, lo mío no era tener mala suerte, era ser completamente gafe.- Eli.- Parecía como sorprendido de verme. Qué coño, hasta yo estaba sorprendida de haber salido.
-No des un sólo paso hacía mí.- Dije intentando tranquilizarme a mí misma.
-Necesitamos hablar...- Su expresión era triste.
-Olvídate de mí y vuelve sobre tus pasos. Haz como si no me hubieses visto nunca.- Cuando estaba dispuesta a darme la vuelta con la intención de calmar mis latidos y hacer como si nada, me cogió del brazo. Y me entró tal escalofrío que hubiese podido congelar medio mundo.- ¡No vuelvas a tocarme con tus sucias manos nunca! ¿¡Me has oído!? ¡NUNCA!- Era consciente del escándalo que estaba montando pero no permitiría que volviese a destrozar mi vida otra vez.
-Eli no hace falta que te pongas así. En realidad, sé que te encanta que te toque.- Si alguna vez alguien había llegado a cabrearme así jamás lo había recordado.- Venga, sólo era una broma. Tú y yo seguimos teniendo algo especial. Eres consciente de ello.
-Lo único de especial que me produces tú son arcadas y te aseguro que como te acerques se convertirá en una especie de vómito.- Apresuradamente cogí mi móvil para llamar a la única persona capaz de ayudarme en éstos momentos.- Por lo que más quieras Annie, ven al río a recogerme ya, por favor, es urgente.
-Estás exagerando mucho la situación, no fue para tanto.- Logré escuchar a Dean entre las decenas de preguntas que me lanzaba Annie.
-Deja de preguntar de una puñetera vez y ven ya joder.- No tenía ni tiempo ni corazón suficiente para echarme el valor de estar un segundo más cerca de tal animal. Ni siquiera Dean se podía comparar con un inocente animal.
-Elisabeth, me sigues gustando como la primera vez que te ví. Eres un espíritu indomable. Jajajajajaja.- Se acercó para darme un abrazo.
-¿Qué cojones no has entendido de que no me toques? Qué me das una mezcla entre asco y pena. Y aún no sé cuál más de las dos.
-Eso no lo decías cuando...- Y se atrevió a tocarme los ovarios de una manera tan importante que parecía que estubiera con la menstruación. Por lo que le interrumpí antes de que siguiera hablando.
-¿Cuándo qué? ¡Eh! ¿¡Cuando decidiste arruinarme la vida!?- Le pegué tan fuerte como pude. Ojalá se hubiera caído y se hubiera lesionado. Ojalá. Me acerqué a él tan sólo para que la gente que nos rodeaba no escuchara lo que no les incumbía.- Escúchame bien gilipoyas porque no lo voy a volver a repetir. El día que vuelvas a ponerme un sólo dedo encima llamaré a la policía y no te volveré a ver la cara nunca más. El día que se te ocurra o tan sólo se te pase por la cabeza volver a intentar violarme cómo la otra vez, me encargaré de que no quieras volver a respirar el mismo aire que respiro yo.
-Eli.- Alguien me puso una mano en el hombro.- Tranquila, ya estoy aquí. Ven conmigo, no merece la pena.- Era Annie, y su presencia me tranquilizó, por un vez.
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Distintas formas de mirar el agua
Teen FictionElisabeth era una chica con carácter, sin miedo a la vida después de haber pasado tanto tiempo bordeándola. Al fin encuentra a alguien que la descubre. Y a veces, da miedo cómo de un momento a otro la vida cambia, y la felicidad vuelve a lugares a d...