Prólogo

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Lawel no podía dormir. Se había olvidado su peluche en la silla del cuarto inferior, y bajó a por él. Al bajar se encontró a Ilow, su padre, hablando con otras personas de la ciudad, pero no llegó a escuchar toda la conversación.

-[...] desaparecido. Algunos dicen que salió de la ciudad, fuera de las murallas. Si es así, ya no podremos hacer nada.

Entonces Lawel se dio cuenta de que había alguien más en la sala. Una niña, mas o menos de su edad, que jugaba con su peluche en la silla sobre la que había estado antes. Se dirigió hacia ella para recuperar su peluche, y fue cuando su padre y las otras dos personas se dieron cuenta de su presencia.

-Oh, Lawel, ¿qué haces despierto?

El niño señaló a su peluche indicando que había bajado a por él, pero los mayores lo interpretaron mal y pensaron que se refería a la misteriosa niña.

-Ah, la pequeña... se llama Anash, esta aquí porque..., no importa. Seguro que no te acuerdas de ella, cuando os visteis por primera vez apenas tendríais tres años. Fue cuando... cuando la visitamos por primera vez en la casa de sus nuevos padres, Zirio y Lin.- Los dos adultos desconocidos sonrieron y saludaron a Lawel.

-Hola pequeño, yo soy Zirio, el padre de Anash, y ella es Lin, su madre. Espero que os llevéis bien y os hagáis grandes amigos.

Lawel giró la cabeza y miró a Anash. Ella no se había enterado de la conversación y seguía jugando con el peluche. Se acercó hacia la niña y la miró a los ojos, unos ojos grandes y marrones, que brillaban a la luz de la luna. Su pelo era castaño y largo, y llevaba un pijama con una gran luna en el centro.

Ella le miró y sonrió.

-Hola,- dijo -me llamo Anash.

-...Ho...la- respondió tímido -yo... Lawel.

Sonrió otra vez.

-Que pelo mas bonito tienes, es un castaño muy claro- Anash le puso la mano sobre la cabeza -y además es muy suave- su sonrisa se volvió mas amplia.

Lawel se puso rojo, nunca antes había hablado con una niña de su edad, ni tampoco ningún niño, salvo su amigo Andien. Lawel era muy tímido y no hablaba mucho.

De repente Anash comenzó a reír.

-Te has puesto rojo y tus pecas han desaparecido- Anash bajó de la silla y le apretó los cachetes y Lawel se puso rígido, Anash lo notó -¿qué pasa? ¿Te caigo mal?

-...N-no...

-Menos mal, pensaba que te caía mal.

Entonces Lawel miró a su peluche, que todavía Anash sujetaba de la mano.

-¿Es tuyo?- Lawel asintió con la cabeza- Toma, te lo devuelvo.

Ilow se acercó y se dirigió a Lawel.

-¿Por qué no se lo regalas? Ya no lo necesitas.

-Pe...- Lawel no pudo terminar la frase porque Anash se le había lanzado para abrazarle.

-¿De verdad? ¡Muchas gracias!

Ástul, la ciudad de la luna. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora