ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 04: ᴇʟ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ ᴅᴇʟ ᴅᴇꜱᴛɪɴᴏ

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Este no es un pecado. Si tus deseos son correctos entonces tus acciones son correctas
―Michael Harley, Kaze no stigma

 Si tus deseos son correctos entonces tus acciones son correctas―Michael Harley, Kaze no stigma

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Seúl, Corea del Sur
Bosque de las luciérnagas

Evil caminaba despacio entre los grandes árboles y pinos que conformaban aquel sitio que tantos recuerdos y secretos guardaba. Podía parecer que caminaba sin un rumbo fijo, pero, en realidad, se dirigía al sitio que hace tiempo denominó como su lugar especial, ese donde había conocido a la bruja de cabellos azabaches en una noche de luna llena. Se detuvo frente al lago de los secretos, nombre dado por una leyenda que cuenta que sin importar cuan ruin o pura sea la acción que realices allí, las aguas del sitio la ocultaran por la eternidad volviéndose un secreto más.

Cuando el inmortal descubrió que la leyenda era verdad comenzó a frecuentar el sitio. Le agradaba porque era tranquilo, alejado y sus aguas siempre eran tan claras como un cristal sin importar el pasar del tiempo o lo que sucediera ahí. Había llegado a matar a personas dentro del lago; el líquido transparente tomaba el color carmín de la sangre de sus víctimas para luego volver a la normalidad. El lugar perfecto para esconder sus atroces crímenes contra los humanos, desgraciadamente, Manwol lo descubrió.

Observó el cielo oscuro mientras la imagen de aquella a la que deseó poseer irrumpía sus pensamientos. Recordarla lo hacía sentirse desesperado y extasiado. El sabor de su sangre inundó sus papilas gustativas y su garganta comenzó a sentirse seca de sólo acordarse como enterró sus colmillos en la suave piel de la muñeca de Manwol. Sólo una vez pudo probar aquel delicioso néctar proveniente de ella y eso fue suficiente para que se volviera tan adictiva. Su aroma y sabor fueron una de las claves que lo hicieron posar su atención sobre la cazadora. La quería para él en todos los sentidos, tanto que lo llevó al borde de la locura.

―Si tan sólo me hubieses elegido a mí, amada mía, las cosas habrían sido diferentes ―murmuró con resentimiento mientras recordaba aquellos luceros color miel que lo veían con coraje ―. Habría puesto el mundo a tus pies y mucho más. Pero decidiste salvar la vida de ese lobo bajo la absurda excusa de proteger a los demás, firmando tu sentencia de muerte.

Se agachó para tocar las aguas cristalinas para remover la sangre de sus manos con la intención de asegurarse si los poderes del lago permanecían. Ensanchó una sonrisa de satisfacción al descubrir que todo seguía igual que hace muchos años. Dicho gesto se borró al sentir la presencia de dos seres sobrenaturales detrás de él. Se puso de pie y miró sobre su hombro, observó a una joven de hebras negras con orbes azules y un hombre de cabello castaño oscuro de ojos color ámbar.

―Espero que no estén aquí con la intención de atacar ―mencionó mientras giraba sobre su eje para encararlos ―porque les aseguró que de ser así morirán esta noche.

―No estamos aquí por eso, mi señor. Al contrario, venimos a escoltarlo para llevarlo a su hogar ―habló la ojiazul mientras se reverenciaba con elegancia y sumisión para demostrar que no eran sus enemigos, ya que buscaba que bajará la guardia para que no se diera cuenta de sus verdaderas intenciones.

ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛ ʏᴏᴜ || ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ ❒ [Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora