Borrachera | charles & raven

Parte II: Anhelo.

Nota de autora: ¡hola de nuevo!, estoy de vuelta, empecé a escribir esto el 22/11/23 veamos cuánto tiempo pasara hasta que lo termine, ojalá llegar a la misma cantidad de la palabras que el cap anterior.

ADVERTENCIA: contenido sexual explicito.

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¿Cuál es la diferencia entre lo olvidado y lo perdido?; ¿sería el desvelo y la preocupación que se forma al no encontrar lo deseado?, ¿o la desesperación al no saber qué estás buscando en realidad?, sin rumbo, ni propósito, solo nos limitamos a ser masas tangibles de sufrimiento que se refugian en su propia agonía, como un escudo, o mas bien; como un arma de doble filo. Lo olvidado es aquello que se desvanece entre lagunas mentales y que de vez en cuando surge para atosigar o dar alivio, lo perdido; es la muestra de la incapacidad que tiene el ser humano para cuidar algo que estaba bajo su manto y simplemente no se dedico a mantener.

Tal vez, él y Raven no tenían tantas cosas en común, tal vez, lo eran todo y a la vez nada. Raven, aventurada y decidida, se aparta de su lado con pesar para encontrar su propio camino, es lo que Charles considera perdido y luego está él, lo olvidado, abandonado en un rincón polvoriento mientras observa como los demás ascienden y él se atasca, un recuerdo que han decidido borrar.

Es tu culpa— le habia dicho a Erik, casi escupiendole en la cara—me abandonaste, te la llevaste y luego tú me abandonaste.

¿Quién abandono a quién?

Xavier está consciente de sus decisiones en esta vida, ¿se arrepiente?, puede ser, pero debe de admitir que se ha quitado el saco de los hombros y en su lugar ha colocado una piedra.

Todo esto razona mientras observa la luna a través de la ventana de la cocina, el alcohol en todos estos años ha sido su mejor compañía y para ser sinceros: necesitaba un amigo que lo escuchará y vaso tras vaso, ahogo sus penas, fue entonces que antes de llevarse el onceavo vaso con delicados grabados a sus resecos labios escucha la puerta y se aproxima a averiguar, encontrarse nuevamente cara a cara con la mujer que fue su todo y que, al mismo tiempo, se lo había arrebatado.

—Raven.

—Charles.—su nombre en sus labios suena exquisito, es melifluo y embriagador, quizás más que el whisky que tienen en la mano, sus ojos de cachorro ansioso la escanean, y Xavier no comprende si es producto de su borrachera o es la mismísima bendición de el cielo que la ha traído de vuelta a su lecho.

Mystique, gelida y seria, lo mira fijamente con los labios fruncidos como si no pudiera aceptar lo que estaba ante ella: su hermano, hecho nada más y nada menos que un nudo de desesperación y locura, casi asimilandose a los hombres que de niña conoció en callejones, haciéndola estremecer. Se acerca en pasos cortos y fuertes, su figura es esbelta y recta, como una instructora estricta de ballet que con su belleza y delicadeza deslumbra a todo ser que la mire, Charles no puede evitar jadear y en su alcoholismo murmura:

—Te extrañé.

Raven no contesta, a pesar de que ella también lo hizo.

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La noche era fría, demasiado para agosto, pero la mujer no puede estar segura de ello, no diferencia entre la ventisca y su propio nerviosismo, por vergüenza y orgullo no quiso llamar a nadie más además de Charles, quién ahora, aún ebrio, le curaba la pierna frente a una cálida chimenea.