LAVENDER HAZE ━━ tom blyth

OO1. REAL LIFE!!

✧⁠*⁠。━━━ UNA GRAN SENSACIÓN DE SATISFACCIÓN SE ADUEÑÓ DEL CUERPO de Sydney cuando recibió la noticia de su representante a principios de la semana. Los directores de casting y él de la misma película habían aprobado su audición para la nueva película de Los Juegos del Hambre, Baladas de pájaros cantores y serpientes. Se sentía de nuevo realizada, después de un tiempo había vuelto a cumplir otra meta de trabajo y eso la tenía más que emocionada. Además de que el proyecto en sí no era parecido a nada que hubiera hecho antes y eso le encantaba. Amaba trabajar en cosas nuevas y no quedarse encasillada en una sola cosa.

Y para mejorar el asunto, su madre se estaba quedando con ella mientras su padre filmaba una nueva temporada de S.W.A.T y la misma Sara se encontraba en un descanso actoral. Así que ambas habían podido emocionarse con la noticia, saltando y chillando emocionadas.

En aquel momento, su madre se encontraba sentada en la cama mientras doblaba la ropa que Sydney iba poniendo en la cama después de escogerla del clóset. Sólo elegía lo que ella creía necesario para llevar en su viaje. Prefería no llenarse de muchas cosas y viajar con aunque sea un solo equipaje.

—Todavía no lo creo —comentó todavía procesando la noticia mientras se sentaba en la cama para tomar una muda de ropa y comenzar a doblarla para ayudar a su madre.

—¿Por qué? Yo sabía que lo lograrás. No hay razones para que tú lo dudaras.

-—Si pero...

Comentó a medias sin saber muy bien como expresar su pensamiento en aquel momento.

—No deberías subestimarte, Sydney —aseguró su madre mientras seguía con su labor—. Cariño, te lo he dicho toda la vida. El único límite es el cielo, si te propones algo y te esfuerzas por lograrlo, se hará. Y si no sucede, más adelante. Lo único que puede impedirnos hacer algo es...

—Uno mismo —completó por su madre, tratando de convencerse de que aquello era cierto.

Detestaba esa faceta de ella, verdaderamente. Sin importar los logros que consiguiera, los trabajos de su sueños... Siempre tenía esa pequeña voz en su cabeza diciéndole que no era suficiente. Que sin importar cuánto lo intentara, siempre habría alguien mejor que ella que mereciera ese trabajo que ella tanto se había esforzado por conseguir. Y esa alegría que cargaba, la satisfacción de cumplir otra meta. Se veía opacada por esos pensamientos negativos haciéndola sentirse desanimada y sin ánimos.

—Puedo escuchar los granajes de tu cabeza trabajando ¿Qué piensas, cariño? —detuvo lo que hacía para palmar el colchón a su lado como forma de indicarle a Sydney que se acercara y eso fue lo que hizo.

Al sentarse al lado de su madre con las piernas recogidas sobre su pecho, recostó su barbilla en ellas y miró a su madre en espera de lo que tenía que decir.

—Puedo entender como te sientes, Syd. De que sin importar lo que hagamos, siempre va a haber algo, incluso una mínima cosa por la que te subestimes. Está bien que quieras ser buena en tu trabajo, eso dice mucho de tí —tomó su barbilla con sus dedos índice y pulgar para alzarla cuando ella había bajado la cabeza—: que eres responsable, dedicada... Eso no es malo. Lo malo es ver nuestros esfuerzos como nada a comparación del de otras personas y ver esas grandes cosas que logramos como si no no las merecieramos. No debería sorprenderte que te escogieran, hija. Todo lo que te has propuesto lo has logrado. No veo porque sería diferente está vez.

Sonrió por las acertadas palabras de su madre. La mayor siempre decían cosas que la hacían reflexionar e incluso podía deducir exactamente lo que le ocurría sin Sydney decir nada. No sabía si era porque ya habían repetido la misma situación antes y su madre ya tenía grabadas sus reacciones ante pensamientos específicos que solían inundarla. De todas formas, Sara Morgan conocía a su hija como la palma de su mano y lo importante es que siempre se encontraba allí cuando la necesitaba. No importaba si fuera para compartir y festejar sus logros, llorar en momentos de tristeza o solamente ser una compañía reconfortante cuando prefería estar en silencio. Su padre no se quedaba atrás tampoco.