Realidades.

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Narra Emma

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Un rato después de haberme desmayado desperté atada a una silla en una habitación a oscuras, aunque, la unica luz qe habia era una pequeña lámpara colgada del techo qe me alumbraba a mi, lo demás, era oscuridad absoluta.

Mi ansiedad creció y se hizo presente en mi cara ya qe comencé a llorar en silencio, tenia miedo.

— Porfavor.. — dije con la cabeza agachada — No he echo nada, dejadme salir —

De un momento a otro el mismo hombre de antes, Jacob creo, apareció delante mío.

— Veo qe ya despertaste. — dijo obvio. — Deja de llorar así, es muy poco atractivo —

Levante la cabeza — Crees qe me importa verme atractiva para ti? Me has secuestrado, deberías estar en un maldito centro psiquiátrico. — dije intentando mantenerme fuerte. Debía serlo. O al menos mostrarlo.

— Bien — Se acercó a mi y agarró mi pelo con fuerza echando mi cabeza hacia atrás bruscamente — Muchas de las pistas apuntan a qe Wilseen no trabajo solo, su esposa muerta imposible, la hija pequeña estaba poco en casa y la mayor, es la qe queda, así qe habla, y enséñanos el plan si no quieres ir perdiendo dientes — dijo amenazándome.

Ahí si qe estaba perdida. No entendía nada.

— Que? Que plan? No se de qe hablas — dije con lagrimas en los ojos y empezando a temblar.

— No te hagas la qe no sabes, eres la única sospechosa en la lista. — Hizo una pausa para estirar más de mi pelo — Habla puta. —

— Te juro qe no se de qe me hablas, mi padre después de ser marine trabajaba en una librería, no sé nada más. — Sollozé.

— Es imposible! —

— Lo juro! — Lloré girando la cara hacia un lado cerrando mis ojos.

Él soltó mi pelo y retrocedió varios pasos poniendo su mano en la cabeza y la otra levemente en su cadera.

— Es imposible, debes estar mintiendo maldita. — dijo señalándome desde lejos.

Ya no dije nada y me limité a llorar en silencio, maldiciendo mil veces haber dejado que mi hermana se fuera en vez de quedarnos juntas esa tarde.

Él se fue y se perdió entre la oscuridad. Me intente relajar pensando que se había ido de la habitación.

Un estirón de pelo de nuevo hizo que confirmara que no se había ido, el también llevaba una navaja la cual había puesto en mi cuello y había echo un poco de presión para que viera que no iba de broma.

— Como estes mintiendo no tendré piedad de enterrarte aqui mismo. —

Mi respiración ya estaba agitada, pero ahora, me estaba costando respirar, con el poco aliento qe me quedaba conseguí formular unas palabras.

— Lo juro. — intente sonar lo más firme posible, ya que era toda la verdad y la única.

El quito el cuchillo de mi cuello y se alejó, después puso una silla en frente mío y echo la qe estaba yo sentada hacia atrás. Después de eso se sentó en la silla recién colocada.

— Que más quieres, ya te he dicho qe no de nada. — dije

— El interrogatorio no a acabado. —

Suspire con algo de dificultad.

— Está bien, qe mas quieres qe diga. — Tartamudee.

— Que amigos tenía Wilseen? —

— Pues, los del club de campo, los de.. — Me interrumpió.

— Especifica, nombres, apellidos, descríbelos. —

— Amm, Klaus Llozens, Nicolás Pirce y Paul Wiselman creo. — dije intentado hacer memoria.

— Bien echo, qe mas. —

— Marc, era su compañero de la librería, y también estaba Lauren, la encargada de la caja. —

— Solo esos? — Dijo poniendo sus codos en sus muslos.

— Que yo sepa si. —

No dijo nada más. Se levantó y se fue.

Narra Kristy

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Una vez el coche se paro, el bajo y rodeó el coche para abrir mi puerta, corto la cinta de los pies y después me saco a rastras.

— Que me haras aquí? — dije atemorizada.

— Tú nueva vida comienza aquí. —

Estaba totalmente confusa, empezamos a caminar hacia la puerta de una gran mansión de color blanco con partes de madera color marrón clara, había varios ventanales.

Al llegar a la puerta me di cuenta que había una estatua de león en la izquierda y en la derecha una de un cazador.

"Donde cojones estoy"— pensé

El toco al timbre y segundos después un hombre alto y fornido abrió la puerta, seguido de él había otro hombre similar a él, llevaban gafas de sol negras y un pinganillo. Al bajar la mirada al suelo pude quedarme con la imagen de que tenían varias armas en un cinturon. El miedo volvió.

— Buenas, señor Mike. — dijo el qe abrio la puerta.

— Hola Cleis. — Saludó el.

El me agarro del brazo y camino a paso ligero, subimos las escaleras y llegamos delante de una puerta.

Al entrar había una cama, un televisión , dos puertas, una estaba abierta y había un baño, por lo qe pude ver y en el otro un armario.

También había dos mesitas a los lados de la cama, la cual era de matrimonio. Tenía un grandioso balcón con vistas a los árboles y montañas de los alrededores.

— Para qe me traes aquí? — Pregunté.

— Está es tu nueva habitación, no intentes escapar por el balcón, hay guardias por todas partes y aunque consiguieras escapar, estamos a horas de el primer pueblo cercano en el qe apenas suele haber gente, asique, ni lo intentes. — dijo en un tono de, ¿orgullo? No se.

— Mi nueva habitación? De verdad estás loco. —

— Te repito que es un encargo. — Dijo el cerrando la puerta seguido de un sonido de llave.

— Joder, joder, joder! — Dije a mi misma y golpeé la pared con el pie.

Entre al baño y busque desesperadamente unas tijeras para cortar la cuerda qe aun ataba mis manos.

Al encontrarlas la corte y lo dejé todo ahí, no tenía ganas de nada, y aún menos lo entendía, tenia demasiadas preguntas y sabía qe ninguna me la responderia, ni el, y seguramente nadie.

Solo me quede sentada en una esquina de la cama pensando en todo lo ocurrido y en si debería intentar escapar o saber qe estaba ocurriendo. Yo no había echo nada a nadie. Solo era una niña qe acababa de perder a su padre y estaba secuestrada.


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𝙎𝘼𝘾𝙍𝙄𝙁𝙄𝘾𝙀~

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