Santa Biblia Reina Valera 1960 - 2 Reyes 3
22 Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre;
23 y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín!Narra Deimond:
Luego que Jason se fue, yo continúe en mi proyecto, ya lo tenía bastante adelantado, mandé parte de el por Gmail a mi secretaria para que lo enseñará a los accionistas y entre todos completar los puntos que nos faltan.
Gracias a Dios todo iba perfectamente bien, además también me estoy ganando el corazón de Linda.
Yo no es que sea evangélico ni nada de esas cosas para estar mencionando a Dios, pero aún así pienso que Él es el centro de todo.
Es más, en mi familia nos reconocemos como católicos pero yo ni siquiera voy a misa y mis padres tampoco es que lo hagan seguido y cuando lo hacen es como para mantener la tradición.
En fin.
Sigo en lo mío pero de repente ya no puedo mirar claramente la pantalla de mi computador, me siento un poco mareado.
Me recuesto en mi asiento esperando a que se me pase, tal vez sea porque no había estado comiendo bien, estoy tan afanado con ese proyecto que ni hambre ni tiempo tengo para comer.
Ayer y hoy he estado comiendo solo por darle gusto a Linda, ya que le ha plácido alimentarme, no puedo despreciarle, además se siente bien.
No saben lo feliz que me hace verla entrar con esa bandeja de comida para mi, eso me da a entender que si se preocupa por mí y me hace muy feliz.
Y ahora estoy más feliz que nunca ya que mañana me dará una respuesta definitiva.
Pensé que se me pasaría el mareo, pero fue al contrario, ese mareo aumento, ahora me siento como si me hubiera tomado unas cuantas botellas de vino.
La cabeza me da vueltas y siento bastante calor, también siento un fuerte deseo que no logro a explicar.
Se supone que debe ser normal porque soy hombre, pero como hombre les puedo asegurar que esto es anormal.
«Un momento».
«Esto solo tiene que ser obra de...».
Me siento tan mal que me es difícil pensar con claridad.
Intento pararme pero las fuerzas no me dan ni siquiera para eso.
La puerta se abre y entra la persona que yo menos quiero.
La rubia que por cierto por más memoria que hago, no logro recordar su nombre.
Decido ignorarla.
—Deimond —me llama con voz seductora.
Pero esa no es la voz de la rubia, es la voz de Linda.
Levantó mi mirada y veo con dificultad a Linda, la cual viene caminando hacia mi.
«Pero... ¿Luego no fue la rubia la que entro?».
Me temo que estoy tan mal que ni siquiera puedo reconocer con claridad.
Lo único que quiero en este momento es tener a Linda es mis brazos.
Se que no está bien desearla porque aún no la he hecho mi esposa y quiero con ella algo muy especial, pero en estos momentos solo quiero tenerla.
Llega hasta donde yo estoy y me comienza a besar, yo hago lo mismo y quiero quitarle sus prendas.
—vamos a la habitación —me dice encantada.