Estrella fugaz.

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9 años atrás

—Se supone que no tardarías tanto escogiendo —se quejó mientras veía como sacaba otro vestido de la tienda
—¡Es la graduación! —exclamé
—Eres de lo peor —me miró con odio
—Asi me quieres —dije mientras buscaba de nuevo un vestido—. ¡Este es!

Corrí al vestidor con Shadia justo detrás brincando de la felicidad.

El vestido era color lila —mi color favorito—, se ajustaba justo
en el escote —que yo no tenía— pero quedaba lo suficientemente suelto en la parte de abajo para hacerme ver espectacular.

Me despedí de Shadia luego de sus eternas quejas por mi tardanza; y en ese silencio y soledad recordé de camino a casa, todo lo que tenía y lo que no a mi alrededor. Estaba reflexionando un poco; mis problemas en casa eran cada vez más fuertes, repetitivos y agotadores, así que, evitaba a toda costa llegar temprano a ese terrible lugar.

—Maia, ¿Puedo quedarme en tu casa hoy? — pregunté de inmediato apenas contestó la llamada
—Claro que sí —respondió—. Ya mamá te guardó comida

Escuchar que era bienvenida me hacía sentir aliviada, por alguna razón —aparente— ese era mi escape

Después de un pequeño reclamo de parte de mi madre, aceptó que me quedase en casa de mi amiga como usualmente lo había estado haciendo por los trabajos finales de la secundaria.

Y así, luego de una larga caminata, piropos innecesarios, intumecimiento muscular y una ansiedad que ya no me aguantaba, llegué a mi destino.
Saludé, conversé, comí, y hice mis deberes para culminar la noche con broche de oro.

—¿Eres feliz? —preguntó de repente
—No lo sé —divagé mientras me sentaba a su lado en el sofá—. Suelo creer que no, la mayoría de veces
—¿Por qué?
—Mis momentos felices son como estrellas fugaces. Duran tan poco. —pero para no deprimir más con mi
comentario—, pero por lo menos es bonito recordarlos
—Todos en algún momento pasamos por ello —argumentó—, ¿no crees?
—Unos más que otros —suspiré—. Se termina aprendiendo de una u otra forma de ellas
—Si... —dudó un poco—, ¿Qué quieres hacer?
—Adivina —digo levantando las cejas
—Pelicula
—Exacto —sonreí

Mis días con Maia se resumía en hacer tareas, apoyarnos y ver películas.

Nos levantamos a regañadientes por el simple motivo de que nos moriamos de sueño. Al parecer ver películas hasta muy tarde no es buena idea para cuando hay que madrugar.

—Estoy exhausta —bostecé exageradamente mientras servía un poco de café
—Apresurate —dijo tomando la tacita de café—, llegaremos tarde
—De nuevo —rodé los ojos y corrí a ducharme y arreglarme

Mi vestuario se resumió en unos pantalones caki, una camisa de tirantes azul y converse. El cabello lo tenía suelto y algo desaliñado; me encontraba recuperando los rizos que había estropeado años atrás, así que, intentaba que no se vieran tan mal.

Salir corriendo de casa y con el desayuno a medio comer, ya era parte de nosotras.

La mañana transcurrió bastante bien. Sin tantos tapujos ni novedades.

—Roselle, vamos a una cafetería —comentó al salir de la última clase.
—¿Tengo elección? —pregunté sabiendo que no
—No —lo sabía

Recorrimos unas cuantas manzanas, hasta que encontramos la cafetería. Era bastante luminosa y minimalista. Me daba una sensación de tranquilidad.

—Quiero un brownie —pidió—, y un café.
—¿Quién toma café a esta hora?
—Yo —rodó los ojos—. ¿Tú no quieres algo?
—No  —volvió a rodar los ojos

La vista desde el lugar no era la mejor. Se podía apreciar el trafico y lo apresurado que iba la gente para llegar a su destino. Apretando el paso y con cara neutra. Todos teníamos personalidades diferentes, pero justo en estos momentos pensaba que de alguna manera actuabamos igual.

Justo en mi momento analítico y reflexivo, siento una mirada muy pesada. No pude evitar no mirar.

El chico entró a la cafetería con un aire de superioridad y arrogancia, pero, ¿Qué hacía viéndome?

Mantuve la mirada hasta que él la desvió y miré a Miai

—¿Viste eso? —pregunté
—¿Cómo ese chico te vió sin descaro y como tú no le quitaste la mirada? —preguntó rápidamente sin trabarse—, si
—¿Está bueno el café? —queria distraerla de lo obvio
—¿Ahora hablamos de café?

Hacer expresiones exageradas era lo mío. Justo en ese momento me destaqué y hice la cara de fastidio más grande en la historia de mi vida.

—No me hagas esa cara —dijo fastidiada ante mi fastidio—. Sé que te gusta
—Ni que fuera Liam, el chico que me ha gustado desde que comencé la secundaria
—Y por el cual no te ha gustado nadie más —completó
—Y con el cual no he hablado jamás —completé—. ¿Cómo me puede gustar alguien con quién no he hablado?
—Cosas del corazón —dijo dramáticamente mientras le daba un sorbo a su café—. Atrévete a hablarle
—Algún día —me desanimé
—El día es hoy —se levantó apresurada con el brownie por la mitad en la mano

Ni siquiera me dió tiempo de detenerla. Me quedé viendo hacia la calle que me había hecho reflexionar hace unos minutos atrás, para evadir que mi amiga me estaba exponiendo de la peor manera.

—Asi que, ¿Tú eres Roselle? —preguntó a mi espalda y me paralicé por completo. Era él
—Si —fue lo único que pude articular al ver que se sentó justo donde había estado Miai
—¿En qué te puedo ayudar?
—¿Qué te dijo Miai exactamente? —me armé de valor
—Que necesitabas ayuda en química —es absurdo—. Sé que eres buena
—¿Sabes que soy buena en química?
—Si
—¿Y por qué estás aquí?
—Estoy haciéndole creer a tu amiga que me lo creí y demostrando te que también quiero conversar contigo

En shock.

—¿Qué sabes?
—Sé más de tí de lo que crees, Roselle—se levantó dando por finalizada el tema, mientras me extendía una hoja—. Espero tengas linda tarde

Y se marchó.

—¿Qué te dijo? —saltó Miai a un lado de mí
—Me dió esto —fue lo único que se me ocurrió decir
—Abrelooo —chilló
—"Querida, Roselle, sería para mí un placer tenerte conmigo.

Es por eso que te invito a lo que va a ser nuestra primera cita

Hora: 8 pm
Lugar: Cine". —Hasta me dió su número de teléfono
—¿Qué harás?
—Lo sabrás luego —dije decidida—. Me tengo que ir

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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