ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙: 𝕄𝕦𝕤𝕒

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Aquí arriba les dejé la canción que se usa en este capítulo cantada por Fumi Hirano para que la escuchen

Aquí arriba les dejé la canción que se usa en este capítulo cantada por Fumi Hirano para que la escuchen

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Tres años habían transcurrido desde la última vez que cruzó miradas con su madre. Sus ultimas palabras llenas de desprecio aún resonaban en su mente, "—No quiero volver a verte en lo que me queda de vida". Sin emitir una palabra, agarró su maleta ya lista y abandonó la casa sin dirección fija. Al cumplir 18 años y reprobar su último año escolar, la ira de su madre alcanzó un punto culminante. Decidió que ya no toleraría la presencia de su "imbécil hijo" y optó por echarlo.

Encontró refugio en un cuarto barato ese mismo día, iniciando una búsqueda incansable de empleo. El primer hallazgo fue en un arcade, donde el salario apenas alcanzaba para sobrevivir. No obstante, la necesidad lo llevó a buscar un segundo trabajo, sumergiéndose en la cotidianidad de dos empleos de mierda. ¿Qué más podía aspirar? A pesar de haber tenido la oportunidad de tratar ser alguien en la vida, la desaprovechó. Los estudios no eran lo suyo, pero a cambio, lo era el arte, ese interés que constantemente tuvo que ocultar en un rincón oscuro. ¿Importan sus propios sueños? La respuesta era no. Una advertencia de su madre resonaba: convertir ese hobby en un objetivo solo acarrearía la ruina. ¿Tenía razón? Tal vez. O quizás simplemente careció del apoyo necesario para dar vida a sus sueños.

Entre los fragmentos grises de su vida, la pintura se erigía como su única luz que lo alejaba de la oscuridad. Suele sumergirse seguido en el lienzo, perfeccionando con paciencia la técnica de dibujo y mejorando el manejo de los colores. El arte se convertía en su refugio, en un oasis de cordura en un desierto de desesperanza. Aquel pasatiempo lo era todo para él, que aprovechaba también para ganar un dinero extra. Injustamente debía regalar prácticamente su alma plasmada en lienzo, como si cada pincelada fuera un pedazo de su esencia que entregaba al mundo a cambio de un poco de alivio económico.

En medio de esta lucha por mantenerse a flote, recordaba una escena bastante triste en medio de la cotidianidad que se había formado en su vida. Su madre, una figura distante que alguna vez se quejó de lo miserable que era su vida, pasó de largo mientras él intentaba vender sus pinturas. Ella, curiosamente estaba vestida elegantemente, con un maquillaje disfrazando la verdad que yacía bajo esa sonrisa aparentemente sincera. Una sonrisa que parecía destilar indiferencia, como si la ausencia de su hijo no dejara ni un rastro de nostalgia en su vida.

Inmerso en la amargura y el dolor, el alcohol se convirtió en su poción diaria, al principio era solo un trago ocasional que pronto pasó a ser una rutina de embriaguez. Cada sorbo era un intento desesperado de anestesiar el dolor que lo carcomía, de la tristeza que le provocaba darse cuenta de lo solo que estaba, perdió contacto con sus amigos, que se encontraban estudiando en la universidad fuera de Tomobiki.

Vio su reflejo en un espejo roto que tenía, su reflejo delineaba el deterioro físico y emocional. Ojeras profundas, testimonios de noches insomnes y jornadas exhaustivas, oscurecían su semblante. Poseia una barba desalineada, símbolo tangible de su descuido personal. Estaba hecho un desastre... Abandonó la botella de cerveza, como si renunciara temporalmente a la falsa compañía del alcohol, y se encaminó hacia sus bocetos. Él buscaba plasmar la imagen de una hermosa mujer, pero todas las creaciones que sus manos hacían, eran descartadas de una vez. Sentía que hacía falta algo pero no sabía qué. Probablemente podría ser la inspiración que se había desvanecido como un eco lejano.

𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔, 𝑳𝒐𝒗𝒆, 𝑯𝒐𝒑𝒆𝒍𝒆𝒔𝒔𝒏𝒆𝒔𝒔 |𝑼𝒓𝒖𝒔𝒆𝒊 𝒀𝒂𝒕𝒔𝒖𝒓𝒂|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora