ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚: 𝕆𝕥𝕣𝕒 𝕄𝕦𝕛𝕖𝕣

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Aquí arriba les dejé la canción que se usa en este capítulo cantada por Fumi Hirano para que la escuchen

Aquí arriba les dejé la canción que se usa en este capítulo cantada por Fumi Hirano para que la escuchen

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Al siguiente día, la rutina se deslizaba con normalidad. Ataru se preparó un ramen instantáneo, se dio una ducha y se sumergió en la tarea de completar algunas pinturas pendientes. Sin embargo, en su mente resonaba la voz persistente de aquella mujer, Lum. Se saltó la hora del almuerzo sin darse cuenta, absorto en su trabajo. Nunca antes había experimentado tal satisfacción con su arte.

La noche llegó, y Ataru, decidido a romper con su rutina, salió a comer algo ligero en la calle. Tomó su abrigo y llaves, y al finalizar su cena, se entregó al vicio de fumar en el camino. Pasó por aquel mismo club, tratando de evitar la tentación de entrar. Pero sus pies, como si tuvieran voluntad propia, lo llevaron de nuevo al lugar. A pesar de saber que al día siguiente tenía que trabajar, las ansias de verla eran irresistibles. Se pidió algo suave, consciente de no querer amanecer con resaca en un día laboral. El tiempo pasó sin que él se diera cuenta, y cuando el reloj marcó las 10 de la noche, el lugar estaba menos lleno, pero aún con una cantidad considerable de hombres, todos atraídos por la misma razón.

Y entonces, ella apareció en el escenario: Lum, tan hipnótica como siempre, con su extraordinaria belleza y su voz angelical. Un calor familiar envolvió su pecho, disipando todas sus preocupaciones. Lum tenía el don de provocar ese efecto, ofreciendo un refugio temporal en la penumbra de sus propias reflexiones. Nuevamente, el show de Lum llegó a su fin alrededor de las 12 de la noche. A pesar de su deseo de hablar con ella, el barman, con desinterés palpable, le advirtió sobre las escasas posibilidades de éxito.

—Una vez ella termina. Ella sale y se va. Le pagan por adelantado, pierdes tu tiempo —Dijo sin mirar a Ataru.

Un suspiro escapó de los labios de Ataru, resignándose a la realidad de la situación. ¿Tendría alguna vez la oportunidad de hablar con ella? La posibilidad parecía esfumarse como siempre, quizá tuvo alguna oportunidad antes que había dejado pasar, como siempre hace. Con un sentimiento de derrota, decidió regresar a casa.

Así era él, alguien que parecía desperdiciar cada oportunidad, o al menos eso es lo que su madre solía decir. Aún no comprendía por qué pensaba tanto en ella, a pesar del daño que le había infligido. ¿Qué culpa tenía él de que su propio padre decidiera abandonarlos por otra mujer? Desde ese momento, su madre lo trató con desprecio, y su padre desapareció de su vida sin dejar rastro. No era así como se suponía que debía funcionar una familia, pero fue lo que le tocó vivir.

Un suspiro pesado escapó de sus labios mientras entraba en su hogar. Se quitó la chaqueta y se preparó para ir a dormir. Mañana regresaría a su vida de rutina, atrapado en una existencia que parecía no ofrecerle más que desencanto y soledad.

Los días y las semanas transcurrían, y Ataru se sumergía en una frenética actividad artística siempre que tenía la oportunidad. Cada intento de capturar la belleza de Lum parecía insuficiente, y, paradójicamente, ella se volvía más deslumbrante cada vez que la veía. Aunque nunca tuvo la ocasión de entablar una conversación con ella, se conformaba con el consuelo de escucharla cantar en cada presentación.

𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔, 𝑳𝒐𝒗𝒆, 𝑯𝒐𝒑𝒆𝒍𝒆𝒔𝒔𝒏𝒆𝒔𝒔 |𝑼𝒓𝒖𝒔𝒆𝒊 𝒀𝒂𝒕𝒔𝒖𝒓𝒂|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora